Miro el
reloj, es increíble las cinco de la mañana y ya despierta, hoy que podría haber
estado hasta la hora que me hubiese dado la gana en la cama.
Esto no
puede seguir así, he dormido solo unas cuatro horas y media y necesito más descanso.
Ayer me acosté tarde, pensando que hoy podría recuperar sueño, se suponía que
me levantaría a la hora que yo quisiese, pero no ha sido así.
Juan y su
pareja son dos personas encantadoras, vecinos atentos donde los hayan, no se
meten para nada de tu vida pero siempre están dispuestos para el resto de los
vecinos. Me llevo muy bien con ellos, viven a su manera y eso me gusta. Jamás
los he oído “cotillear” de nadie.
“Para saber
como es una persona, no oigas lo que dice de sí misma, sino lo que dice de los
demás”. Esto lo leí en uno de esos cartelitos que abundan por páginas de
Facebook y en este caso es cierto, son dos personas excepcionales.
Mantenemos
una buena relación los tres, él su pareja Mario y yo a veces solemos reunirnos
y tomamos café o simplemente charlamos en mi casa o en la de ellos.
Pero Mario
tiene una extraña afición por las aves tropicales y hace poco le regalaron dos
parejas de no sé que especie rara, que produce unos graznidos excesivamente
fuerte.
Realmente
son muy bonitos y no demasiado grandes pero tiene una particularidad: cuando
empieza a despuntar en día, que me imagino que es cuando tenemos más sueño. Los
cuatro pájaros empiezan sus danzas de
graznidos. Esto se produce sobre las cinco de la mañana.
No es un
canto melodioso, que entresueños te haga viajar a un sitio paradisiaco
inimaginables, ¡no!, son graznidos parecidos a los de los cuervos, fuertes y
potentes.
Uno emite un
sonido… ¡uno solo! Y comienza la ¡fiesta!, rápidamente se unen los otros tres y
es como si mantuviesen una conversación a gritos , si a esto le sumas que los
han adiestrado para dejarlos sueltos por el jardín y ellos tienen algunos
árboles, pues los graznidos son en estéreo. Es insoportable.
Cuando me
los enseñaron me dijeron que si criaban me regalarían uno, pero la sola idea de
tener a un animal enjaulado me produce ansiedad, así que dije que necesitaban
mucho cuidado y no sabría llevar a cabo esa responsabilidad, que mejor estaban
con ellos.
Me han dicho
un montón de veces el nombre científico de los susodichos pajaritos pero en su
pronunciación siempre me quedo entre una “w” y una “k”.
Cinco y
media de la mañana, con los ojos vidriosos por el sueño y el cansancio, me preparo
un primer café, a ver si la cafeína es verdad que hace efecto. Voy al sitio
donde siempre lo tomo y al abrir la ventana, veo a uno de los animalitos en el
limonero.
Me gustó
verlo subido en lo alto de las ramas, me relajo. Pero de pronto lanzo un terrible
sonido y rápidamente acudieron los demás. Es como si se alegrasen de haber
encontrado a su primera víctima despierta y observando, creo que necesitan
¡publico!
Si hubiese
tenido alas me hubiese acercado hasta ellos y les habría dicho cuatro cosas,
pero la naturaleza con las limitaciones físicas que nos ha puesto, nos hace
prudentes a la fuerza.
Cerré la
ventana de mal humor y me fui a mi despacho. Decidí trabajar un poco, ya que
estaba despierta agilizaría varias cosas que tenía que hacer.
Pero era
imposible, no me podía concentrar.
Ese era mi
despacho porque la ventana da al patio y allí nunca había ruido…pero ahora
estoy mejor en cualquier otra pieza de la casa.
Así, que
comienzo a escribir. En algo tengo que utilizar el tiempo, hasta
que se haga de día; es decir, lo que llamamos nosotros día porque para ellos ya
lo es.
Siguen su conversación…
por favor, que podrán estar diciendo, si solo son dos sílabas “crac-crac” ¿qué dirán?
Y todo a gritos. ¡No me dejan pensar!
Mis vecinos
me han dicho que tienen la misma facultad que los cuervos y los loros, que
pueden aprender a repetir palabras y en ello están.
Hace poco me
llamaron y me dijeron que uno había aprendido a decir “mamá”, pero yo por mucho
que me esforzaba y el pájaro repetía, solo oía “crac-crac”.
Ellos me
miraban –diciéndome-: ¡Has oído!, ¡has, oído!, no –contestaba, solo oigo
“crac-crac”. Pero mujer si está muy claro dicen “mamá”,- pues no lo oigo- ¡pero
escucha atenta! Quise estar lo más atenta posible y abrí mi mente, no fuera a
ser… que fuese yo la que no lo quería oír… ¡Que no!, ¡que no!... que yo no oía
nada, solo los “cracs-cracs” molestos y repetitivos, como todos los días.
Al igual que
decían que era “mamá” podrían decir “papá”, “tata” o “patatas con chorizo”,
sigo sin saber ese idioma, ni con imaginación de la cual creo que no estoy
falta, logro oír nada parecido a una voz comprensible.
Pensé que
ellos por el cariño que le tenían a sus mascotas, las idealizaban y creían que
hablaban de verdad. Pero debe ser que yo, de oír tanta música a todo volumen
con los cascos, me estaré quedando sorda, pero solo oía el graznido, no era ni
tan siquiera melódico y acompasado, eran secos y fuertes.
Me recordó
algo al ruido que hace una rótula al romperse. Es desagradable.
Les pregunté
cuanto tiempo llevaban adiestrándolos para repetir frases y me contestaron que
desde que llegaron los encantadores pájaros; es decir unos tres meses.
En tres
meses solo han aprendido a decir crac-crac más fuerte. Hice mis cuentas
mentalmente. Si en tres meses han aprendido a graznan más fuerte , lo más
seguro es que dentro de un año… me tenga que cambiar de casa, porque también me
dijeron que eran de fácil reproducción.
Son las
siete, los pájaros ya se han retirado a sus aposentos, ¡se habrán cansado! De
decir ¡mamá!, tantas veces.
Ya no los
oiré más hasta las nueve o las diez de la noche, donde vuelven a hacer su
ronda, pero a esa hora no molestan. Lo insoportable es a las cinco de la
mañana.
Sus dueños
dicen que son un encanto, que su ritmo biológico va con el reloj solar y es
algo que no dudo lo más mínimo, muy al contrario lo confirmo.
A mi perro
me parece que no le hacen mucha gracia, porque un par de veces lo he visto
acechando a uno de ellos y corriendo detrás de él.
No quiero
imaginar lo que ocurriría si creyese que son molestos.
Seguramente
al llegar a mi casa con la boca llena de plumas, lo bañaría para quitar rápidamente
los rastros del “accidente fortuito”.
Para:
Manitoba, una de las diez provincias de CANADA.
Todos
estamos conectados, por muy lejos que estés puedes leer esto.
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