martes, 14 de mayo de 2013

NO SON RUISEÑORES



Miro el reloj, es increíble las cinco de la mañana y ya despierta, hoy que podría haber estado hasta la hora que me hubiese dado la gana en la cama.
Esto no puede seguir así, he dormido solo unas cuatro horas y media y necesito más descanso. Ayer me acosté tarde, pensando que hoy podría recuperar sueño, se suponía que me levantaría a la hora que yo quisiese, pero no ha sido así. 

Me he levantado a la hora que los “pajaritos tropicales” de mi vecino Juan, han querido.
Juan y su pareja son dos personas encantadoras, vecinos atentos donde los hayan, no se meten para nada de tu vida pero siempre están dispuestos para el resto de los vecinos. Me llevo muy bien con ellos, viven a su manera y eso me gusta. Jamás los he oído “cotillear” de nadie.

“Para saber como es una persona, no oigas lo que dice de sí misma, sino lo que dice de los demás”. Esto lo leí en uno de esos cartelitos que abundan por páginas de Facebook y en este caso es cierto, son dos personas excepcionales.

Mantenemos una buena relación los tres, él su pareja Mario y yo a veces solemos reunirnos y tomamos café o simplemente charlamos en mi casa o en la de ellos.

Pero Mario tiene una extraña afición por las aves tropicales y hace poco le regalaron dos parejas de no sé que especie rara, que produce unos graznidos excesivamente fuerte.
Realmente son muy bonitos y no demasiado grandes pero tiene una particularidad: cuando empieza a despuntar en día, que me imagino que es cuando tenemos más sueño. Los cuatro pájaros  empiezan sus danzas de graznidos. Esto se produce sobre las cinco de la mañana.

No es un canto melodioso, que entresueños te haga viajar a un sitio paradisiaco inimaginables, ¡no!, son graznidos parecidos a los de los cuervos, fuertes y potentes.

Uno emite un sonido… ¡uno solo! Y comienza la ¡fiesta!, rápidamente se unen los otros tres y es como si mantuviesen una conversación a gritos , si a esto le sumas que los han adiestrado para dejarlos sueltos por el jardín y ellos tienen algunos árboles, pues los graznidos son en estéreo. Es insoportable.

Cuando me los enseñaron me dijeron que si criaban me regalarían uno, pero la sola idea de tener a un animal enjaulado me produce ansiedad, así que dije que necesitaban mucho cuidado y no sabría llevar a cabo esa responsabilidad, que mejor estaban con ellos.

Me han dicho un montón de veces el nombre científico de los susodichos pajaritos pero en su pronunciación siempre me quedo entre una “w” y una “k”.

Cinco y media de la mañana, con los ojos vidriosos por el sueño y el cansancio, me preparo un primer café, a ver si la cafeína es verdad que hace efecto. Voy al sitio donde siempre lo tomo y al abrir la ventana, veo a uno de los animalitos en el limonero.
Me gustó verlo subido en lo alto de las ramas, me relajo. Pero de pronto lanzo un terrible sonido y rápidamente acudieron los demás. Es como si se alegrasen de haber encontrado a su primera víctima despierta y observando, creo que necesitan ¡publico!

Si hubiese tenido alas me hubiese acercado hasta ellos y les habría dicho cuatro cosas, pero la naturaleza con las limitaciones físicas que nos ha puesto, nos hace prudentes a la fuerza.

Cerré la ventana de mal humor y me fui a mi despacho. Decidí trabajar un poco, ya que estaba despierta agilizaría varias cosas que tenía que hacer.
Pero era imposible, no me podía concentrar.
Ese era mi despacho porque la ventana da al patio y allí nunca había ruido…pero ahora estoy mejor en cualquier otra pieza de la casa.

Así, que comienzo a escribir. En algo tengo que utilizar el tiempo, hasta que se haga de día; es decir, lo que llamamos nosotros día porque para ellos ya lo es.

Siguen su conversación… por favor, que podrán estar diciendo, si solo son dos sílabas “crac-crac” ¿qué dirán? Y todo a gritos. ¡No me dejan pensar!
Mis vecinos me han dicho que tienen la misma facultad que los cuervos y los loros, que pueden aprender a repetir palabras y en ello están. 

Hace poco me llamaron y me dijeron que uno había aprendido a decir “mamá”, pero yo por mucho que me esforzaba y el pájaro repetía, solo oía “crac-crac”.

Ellos me miraban –diciéndome-: ¡Has oído!, ¡has, oído!, no –contestaba, solo oigo “crac-crac”. Pero mujer si está muy claro dicen “mamá”,- pues no lo oigo- ¡pero escucha atenta! Quise estar lo más atenta posible y abrí mi mente, no fuera a ser… que fuese yo la que no lo quería oír… ¡Que no!, ¡que no!... que yo no oía nada, solo los “cracs-cracs” molestos y repetitivos, como todos los días. 

Al igual que decían que era “mamá” podrían decir “papá”, “tata” o “patatas con chorizo”, sigo sin saber ese idioma, ni con imaginación de la cual creo que no estoy falta, logro oír nada parecido a una voz comprensible.

Pensé que ellos por el cariño que le tenían a sus mascotas, las idealizaban y creían que hablaban de verdad. Pero debe ser que yo, de oír tanta música a todo volumen con los cascos, me estaré quedando sorda, pero solo oía el graznido, no era ni tan siquiera melódico y acompasado, eran secos y fuertes.

Me recordó algo al ruido que hace una rótula al romperse. Es desagradable.

Les pregunté cuanto tiempo llevaban adiestrándolos para repetir frases y me contestaron que desde que llegaron los encantadores pájaros; es decir unos tres meses.

En tres meses solo han aprendido a decir crac-crac más fuerte. Hice mis cuentas mentalmente. Si en tres meses han aprendido a graznan más fuerte , lo más seguro es que dentro de un año… me tenga que cambiar de casa, porque también me dijeron que eran de fácil reproducción.

Son las siete, los pájaros ya se han retirado a sus aposentos, ¡se habrán cansado! De decir ¡mamá!, tantas veces.

Ya no los oiré más hasta las nueve o las diez de la noche, donde vuelven a hacer su ronda, pero a esa hora no molestan. Lo insoportable es a las cinco de la mañana.

Sus dueños dicen que son un encanto, que su ritmo biológico va con el reloj solar y es algo que no dudo lo más mínimo, muy al contrario lo confirmo.

A mi perro me parece que no le hacen mucha gracia, porque un par de veces lo he visto acechando a uno de ellos y corriendo detrás de él.
No quiero imaginar lo que ocurriría si creyese que son molestos.

Seguramente al llegar a mi casa con la boca llena de plumas, lo bañaría para quitar rápidamente los rastros del “accidente fortuito”.


Para: Manitoba, una de las diez provincias de CANADA.

  
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