miércoles, 6 de febrero de 2013

TIA CLARA



Voy de camino hacia mi trabajo, pero esta vez no en un transporte público, voy en mi coche.

He tenido problemas con el correo y unas cosas que tenía que pasar no las ha admitido, así que voy con mi ordenador y he decidido que lo mejor por una vez es el coche.

Tráfico, atasco en el Puente del V Centenario, hora punta, total parados, como siempre.

Comienzo a pensar, en uno de esos parones, en lo que haré después de salir.
Mis tías y mi madre vendrán a comer a mi casa, pero como voy en coche y he decidido ser yo la que vaya a su casa.

En un atasco circulatorio indefinido, pongo el "manos libres" y hablo con mi madre: mama, soy Clara. He pensado pasarme por tu casa. Comemos las cuatro y tomamos café. Creo que es mejor y así no os desplazáis ustedes.

La idea le parece estupenda, así que quedamos en eso.

A partir de las cinco tenia cosas que hacer y me pareció mas lógico, ir yo y despedirme a la hora que necesitaba, que no venir ellas y decirles que me tenía que ir.

La más interesada era mi tía Clara. Desde la semana pasada me ha llamado no sé, cuantas veces. Siempre me pregunta lo mismo: ¿estás bien?- claro que si, estupendamente ¿y tú? . Siempre me responde lo mismo –si tu estas bien yo también.

Es mi debilidad.
Es una persona mayor pero con un espíritu que ya lo quisieran muchas  personas, mucho mas jóvenes que ella. Siempre de buen humor, inventando, con una mente ágil y vivaz.

Por lo vivaz de su mente, a veces he pasado verdaderos apuros sintiendo que se adentraba demasiado en mis pensamientos.

Mi tía, cuando te mira con sus ojos azules. No te ve. No te observa. No se fija en ti. Mi tía te estudia. Pero te estudia de una manera profunda y concienzuda.

Siempre he pensado que en una vida anterior debió ser una especie de Aghata Christie, porque mi tía cuando estamos hablando, ella misma va sacando sus propias conclusiones, sean factibles o no y una vez que llega a una conclusión determinada sobre cualquier asunto, comienza su propia investigación de la cuál tu eres el sujeto, de su máximo interés.

Suele comenzar con frases como: ¿estás muy bien?… siempre estas sonriendo… y comienza  a lanzar el sedal… ¿Tu sabes que si tienes problemas puedes contar conmigo?…no quiero verte agobiada.

Al llegar a esta frase, por supuesto que te sientes agobiada y además incrédula de lo que oyen tus oídos. Me hace reflexionar diciéndome a mí misma. ¿Pero si ya no soy aquella niña? Pienso y decido por mí misma.
Cuando era adolecente casi le temía mas que a mi propia madre. Ella lo sabía todo antes de que ocurriera.  Sacaba tantas posibles conclusiones que alguna tenía que acertar y por supuesto acertaba siempre.

Vive cerca de la casa de mis padres y siempre pasaba por su casa para saludarla a la vuelta del instituto. Venia hacia mí diciéndome : ¿qué has hecho hoy? Y me echaba a temblar. Aunque lo único que a mi edad hacia era ir al instituto, estudiar y hablar cuatro tonterías de chicos con mis amigas.

Pues bien esta mujer mezcla de Sherlock Holmes y Hercules Poirot, hacia que temblase, repasando mentalmente cada movimiento que había dado desde que me levantaba y llegando yo a mi propia conclusión, de que no había hecho nada significativo y digno de mención durante el día.

Cuando decía: Nada. La siguiente pregunta era ¿seguro?, me dejaba en duda, yo no recordaba nada fuera de lo común. A mi segunda aseveración parecía que daba por zanjado el tema. Pero cogía otro enseguida. Claro que para el siguiente tema, ya me había ido bastante ligera después de darle un beso.

Como mi hermano salía mas tarde que yo, pues decidía que le tocase a él. Total yo siempre pensaba lo mismo como era mayor, seria mas difícil que le pudiese sacar  algún secreto.

Todo en ella es amor y compresión. Salvo este pequeño defecto que yo he a prendido a respetar, tolerar e incluso a querer en ella.

Lo mejor y lo peor mi tía Clara son sus ojos.

Cuando te mira con cariño, casi puedes ver su alma a través de ellos. Pero cuando te mira con ojos de “suero de la verdad” os aseguro que el ser mas aguerrido que pudiese existir encima de la tierra se echaría a dudar de sus propios hechos.

Pues, a las cuatro menos diez de la tarde, controlando la hora por mi reloj, mientras tomábamos café. Me ha mirado varias veces con su mirada de “suero de la verdad”.

Pero ya no me asusta.

Me divierte ver como intenta averiguar algo sin apenas preguntar. Y me produce una increíble ternura saber que todavía se preocupa por que yo sea feliz.

Terminé pronto el café. La vi con ganas de sentarse a mi lado y cogerme las manos y ahí sí que hubiese descubierto, hasta el más mínimo engaño que le hubiese podido decir en mi adolescencia.

Siempre he pensado que ha sido una mujer desaprovechada por la C.I.A.

Pero siempre será mi tía preferida.

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