Pensaba en
“mi pirata”, acababa de decirle adiós.
Y como todos
los días me dirigía camino de mi transporte, tuve suerte aún siendo lunes había
sitios libres, recordé que era no sé qué santo de una facultad. Qué bien –
me dije – esos estudiantes hoy no trabajan.
Me acomodé
cerca de una ventana. Si miro a la calle me aíslo un poco y el recorrido se me
hace más liviano.
Él es
distinto a todos los demás hombres del mundo –pensé.
Es “mi
pirata”, creo que nadie se lo había dicho antes o eso al menos es lo que me
gusta imaginar a mí. Que yo fui la primera en ponerle ese nombre.
Hacía ya
algún tiempo que no le decía “te quiero” pero no hace falta decirle a alguien
que lo quieres constantemente para que lo sepa, se sabe de muchas formas.
Incluso con el silencio.
Y notas aun
sin decirlo cuando esa persona empieza a quererte en silencio, sin palabras,
sin miradas, con ausencias, e incluso en la distancia, intentando entrar muy
despacio en tu mente. Solo para rozar con su alma la tuya.
Entre estas
personas la distancia no se mide en kilómetros, sino en pensamientos y en latidos
del corazón.
Con una
simple conversación sabes que algo muy especial que te une a él. No sabes que
es, ni porqué esa conexión tan distinta que no se tiene con los demás y que muy
pocas veces sentimos a lo largo de nuestra vida, de una forma tan fuerte.
Debe haber
algo que se escapa a nuestro entendimiento, algo inexplicable, para que dos personas
tan distintas puedan llegar a ser tan afines, en sentimientos.
Es posible
que si mirásemos al cielo. El cielo que a todos, estemos donde estemos nos une
y observásemos con corazón y ojos de poeta .Veríamos brillar unos hilos
de cristal que irían uniendo a las “almas gemelas”, las “existencias paralelas”,
los “destinos encontrados”, las “no casualidades” …y nos asombraríamos de las
conexiones que podemos tener con personas que no conocemos y que seguramente jamás
llegaremos a conocer. Pero que ellos están allí y nosotros aquí, al otro lado
del mundo unidos por ese hilo frágil y brillante.
Cuando
pienso en él, en “mi pirata” no lo veo nunca navegando en un barco ni en medio
del mar, lo siento navegando por mi alma y cuando está cansado lo noto
descansar en mi corazón. Allí tiene su refugio y que nunca nadie podrá invadir
ese rincón, solo de él, porque nadie más sabe dónde está.
Por muchas
personas que lleguen a nuestra vida, siempre hay alguien muy especial y aunque
pase mucho tiempo siempre estará a nuestro lado. Los piratas de verdad, saben
que existimos, aún cuando no estamos presentes.
Además como
los buenos amigos, nunca hacen
preguntas, creo que adivinan las
respuestas y si saben algo más de ti, te asombras cuando lo descubres, porque
lo han tenido callado, en silencio y para ellos.
Cuando crees
que ya es imposible que te puedan sorprender lo hacen de tal forma, que tu alma
se estremece de gratitud y de amor.
Aun sin
decirlo, sabes que piensan en ti porque lo notas, al igual que puedes sentir su
angustia cuando la tienen y la callan.
Normalmente
saben leer entrelineas una mirada y dejar mensajes sutiles, también entrelineas
para que tu corazón los descifre. Esto hace que se les quiera mas. Mantienen
viva la inquietud y el interés.
Puedes
guardar a lo largo de tu vida, las frases bonitas, los “te quiero”, la música,
la alegría de haberlos conocidos , las flores más hermosas que existen porque
vienen de ellos y el agradecimiento y el amor por el tiempo de felicidad.
No todo el
mundo tiene la oportunidad de conocer,
reconocer y querer a una persona así.
Yo he tenido
esa suerte y por eso le debo este pequeño relato. Que es solo y para ti.
Siempre está
conmigo, en mis alegrías diarias y en mis desvelos, en mis sueños y en mis
pensamientos.
Y aún después
de mil años seguirá navegando en el mar de mi alma.
Cuando dejé
de mirar por la ventanilla, habían pasado varias paradas más, pero no me
importó. Bajé del autobús sonriendo y feliz.
Me consideraba
afortunada.
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