miércoles, 17 de abril de 2013

DON MARIO



Siempre cuando llega esta época, compadezco a los estudiantes, quizá porque yo lo fui, y a veces siento como si lo siguiera siendo, durante muchos años.
Cuando llega la primavera, el calor, las ganas de dejar de pensar en los estudios, la apatía y todo lo que conlleva es una verdadera cuesta arriba seguir, continuar, hacer lo que hay que hacer.

Siempre me acuerdo por esta época de Don Mario.
 
Don Mario era un profesor que yo tenía que nos daba Matemáticas 2 y Física 2. Creo que es el hombre que por aquella época yo consideraba más inteligente del mundo.
Las clases empezaban a las tres y media de la tarde, ¡que ya me dirán! En Sevilla, en primavera, con calor, quince alumnos en una clase y Don Mario.

Este profesor era algo peculiar, fumaba en pipa. Después de mi abuelo, era la primera persona que conocía que fumase en pipa. En las clases tenían prohibido fumar, pero él nos decía: como somos pocos, ¿os importa si cerramos la puerta y me preparo una pipa? ¡como le íbamos a decir que no, si era el que nos examinaba! Él, procedía a cerrar la puerta y a preparar su pipa. Nunca espero respuesta de nosotros. 
Seguramente yo hubiese sido una de los pocos que le hubiese dicho que no, así que cuando él preguntaba esto yo seguía pasando mi bolígrafo a lo largo del cuaderno, viendo como se hacían unas especies de olitas cuando el boli pasaba por entre los muelles del bloc, de arriba hacia abajo.

Cuando Don Mario decidía fumar una pipa, ya sabíamos que había repaso de “constantes” y “números raros”. Su frase favorita, era: el próximo miércoles “examen sorpresa”. Nunca supe porqué lo decía, para mí ya no era “sorpresa”. Si es “sorpresa” y lo suspendes, piensas : ¡claro era a traición!, pero si te lo avisaban te indicaba que tenías que estudiar “de lo lindo”, para que el suspenso no fuese una sorpresa para ti.

Con la palabra “examen sorpresa” venia lo siguiente: los rezagados que se pongan delante.

Los rezagados eran los de la segunda fila. Solo éramos dos filas. Así que hacíamos una especie de coro dejando un pasillo en medio, para que Don Mario pudiese pasar dando caminatas hasta el final de la gran clase, mientras fumaba su pipa.

Empezaba con el conocidísimo nº “pi” π = 3,14151692… hasta dieciséis mil decimales decía que tenia, durante una época temí que un día quisiera enumerárnoslos todos. Más tarde me enteré por un casual de la vida que puede llegar hasta infinitos decimales.

Siempre empezaba con  π pero si era el más conocido de todos para nosotros, ¿porque siempre empezaba con ese?, después venía el número de Euler decía que era uno de los números reales más importantes, también llamada constante de Naiper quien introdujo el concepto de logaritmo en el cálculo matemático y que además poseía dos formulaciones una para matemáticas y otra para física.

Yo, ya por aquí me iba perdiendo, entre el calor, el olor a tabaco de pipa que lo recuerdo en mi cerebro aun, la puerta cerrada y la voz de mi compañero, diciéndome: ¡entérate y después me lo explicas bien! Me entraba un sueño insoportable, no era sueño era sopor.

Siempre pensé que en realidad estas clases a Don Mario les daba igual, creo que lo que el quería era poner a prueba nuestra resistencia mental. Ponía su voz mas monótona y como una cancioncilla iba diciendo: numero “pi” 3,14151692…

Numero de Euler 2,71828…

Numero de Avogadro que aunque se usaba más en química también nos daba la información… por si acaso 6,022045 x 10 elevado a 23.

Ahí ya era mi final y le decía a mi compañero, creo que estos apuntes los vamos a tener que pedir yo no me entero de nada, a lo que me contestaba: ¡tu copia!, ¡copia todo lo que diga y después lo repasamos!

Cuando en mi cabeza  los números, las constantes y el sueño hacían mella, dejaba de pensar en todo eso y me decía: ¿hay que ver lo interesante que es Don Mario?, no lo pensaba por su interés físico, que para mí a los 16 años no lo tenía, lo decía por el cerebro que debía tener ese hombre, ¿como un ser por el simple hecho de llamarse humano, podía retener tantos numeritos y con decimales incluidos?

Entonces dejaba de copiar y comentaba a mi compañero : ¡ya no copio más, ahora te toca a ti! Y dejaba que mi mano siguiera haciendo olitas con el boli en la página siguiente, mientras me imaginaba un reloj de péndulo dejando pasar sus segundos muy lentamente… ¡tic!, ¡tac!, ¡tic!, ¡tac!...

Entonces era cuando me ponía a estudiar a Don Mario, alto, rubio, con ojos azules. Dicho así puede parecer que era guapo, pero no, Don Mario no era guapo. 

Tres características no definen la belleza en sí, la belleza es un conjunto de cualidades que muy pocas veces tiene relación con el aspecto físico.

Si es cierto que era alto y con pequeños ojos azules siempre detrás de unas gafas oscuras. Creo que fui la primera de los quince, en descubrir que tenía los ojos azules. Quizá porque nadie se atrevía a mirarlo a los ojos, por temor a que le hiciese una pregunta de algún tema de los que él decía teníamos que “saber al dedillo”. Pero yo no le temía, sentía que detrás de toda esa sabiduría había una persona y era una gran persona. Solo había que ver, la forma con la que miraba su reloj de reojo y con gran sutileza para ver si quedaba mucho tiempo de clase. Seguro que para él, era tan tedioso como para nosotros.

Cuando empezaba, con la constante de Boltzman, Faraday, metiendo también a Planck, la ley del desplazamiento de Wien, etc…
Los errores absolutos y relativos se mezclaban en mi cabeza y dejaba de pensar, miraba a mi compañero de la izquierda y al de la derecha y veía que no era la única.

Siempre nos hablaba de usted, pero cuando en medio de una explicación decía, dirigiéndose a alguien : ¿usted lo entiende?, todos mirábamos a ese “usted” rogando por Dios que dijese que ¡sí!, si no era vuelta a empezar. Nunca dijo nadie que “no”.

Muchas veces en las clases de mi primer curso de medicina me acordaba de él, en clases de Estadística Medica. Cuando no entendía algo, me preguntaba: ¿cómo explicaría esto Don Mario?, no me solucionaba nada porque seguía sin entenderlo, pero me acordaba de él.

Después de mayor lo he vuelto a ver muchas veces y sí, se confirmaron mis sospechas, era una gran persona. 

Recordando una vez esas clases me dijo: eran las clases más aburridas del mundo, pero quería que comprendieseis que las matemáticas es un idioma, los números, las estadísticas, las constantes nos rigen.

Ese idioma nunca me ha servido para hablar con alguien, pero era su manera de pensar y lo respeté siempre.

Él ya no está aquí, hace algún tiempo que se fue.

A mi tanta cantidad de datos no me han servido para mucho. Las constantes y las estadísticas no son personas. El día a día es otra cosa.

Creo que su misión, más que darnos clases de matemáticas o física era darnos clases de “paciencia” y eso si que lo consiguió.




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