Al día siguiente, me apresuré para volverlo a ver. Podría ser un sujeto digno de mi estudio. No
estaba y me decepcioné. Subí a mi transporte y lo vi sentado junto a la ventana
en el otro asiento había un maletín, que se apresuró a quitar cuando me vio
entrar. Con una mirada me indicó que ese
asiento era para mí.
Aunque hago todos los días el mismo trayecto. Sólo lo veo
los lunes y jueves, pero sé que él estará esperándome y qué como siempre me
indicará, con sus ojos de haber visto
toda una vida, mi asiento a su lado. Nunca hemos hablado, pero sé que él, es mi amigo.
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