Hoy creo que
mis interminables energías se han agotado.
Me dirigí a mi transporte sin apenas ganas de
ir a trabajar. Ya me pondré mejor pensaba mientras me subía.
Y es que mi
afán por el agua me había pasado factura, el último día de piscina, las
calderas se habían estropeado, después de darme la ducha correspondiente antes
de entrar al agua, ducha que estaba helada. Creí, no sé por qué, que el agua de
la piscina estaría a los 28º habituales, pero no era así, estaba fría como la
nieve. Yo de naturaleza tozuda no quise salir , mientras mi compañero de calle
lo hizo diciéndome: ¡sal de una vez, te vas a poner mala! Reí y seguí mi largo.
Por Dios que
acertó, tengo la cabeza como un tambor de Semana Santa, ojos llorosos, con
fotofobia incluida y malestar general, cosa que no hay que ser ni médico ni listo para saber que es un resfriado común.
Tomé un analgésico
suave y me puse unas gafas oscuras, más que nada por la luz, me molestaba.
Metí mi mano
en la chaqueta que llevaba y saqué un post-it arrugado.Subí a mi transporte y comencé a pensar:
¿Por qué en
mi casa se usan tantos post-it?
Los post-it
o posit como todos los llamamos son esos papelitos amarillos o de cualquier
otro color, que una vez que los has leído no sabes qué hacer con ellos y normalmente
acaban en el bolsillo de un abrigo,
chaqueta, cazadora o lo que en el momento de leerlos tengas puesto.
En mi casa
los posit los personaliza cada uno y cosa extraña. Todos van dirigidos a mi.
Mi hija los
firma con un corazoncito, mi hijo con su nombre y los de mi marido terminan con
unas frases cariñosas que siempre me hacen sonreír.
A veces
cuando tengo un día de descanso y me levanto algo más tarde, encuentro posit
por todos lados.
Primero en
la cafetera: no sé a la hora que llegaré a comer , el primero –vale, pienso.
Segundo en
el frigorífico: si no vengo a comer te llamo - vale.
Tercero
microondas: salgo antes, espérame y comemos juntos-vale.
Eso sí,
todos con alguna frase agradable de coletilla.
Me hacen
sentir extraña ¿saben los pasos que daré, recién levantada, tan obvia y tan predecible soy?
Con mi café
en la mano me dirijo al comedor. Otro: no te olvides, a las cinco tenemos que
estar allí.
Llega el
momento en que los miro con indiferencia, los considero como semiordenes dadas
en la distancia. Los quito del lugar en el que están pegados y los arrugo,
metiéndomelos en el bolsillo.
Y yo me
pregunto: ¿en vez de arrugarlos por qué no se los entregaré a cada uno para el
próximo día que no trabaje? De todas formas saben los pasos que daré.
¿Y si un día me da por hacer la ruta por otro
lado de la casa?, ¿qué pasaría? , ¿vendrían todos los papelitos detrás mia para que los leyera, uno a uno en fila?
Desde aquí
os digo queridos y amados miembros de mi familia, que leéis esto, que existe un
aparato mucho más refinado, cuyo descubrimiento muchos achacan a Graham Bell y
que se llama teléfono.
Pero por
favor, no abuséis de él, a veces cansa tanto o más que los propios post-it.
Os quiero.
Mamá
Tengo notas guardadas en secreto....
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