miércoles, 2 de enero de 2013

LO QUE UNE UNA AFICION


Hoy es fiesta para mí. No tengo trabajo, ni transporte, ni sujeto de estudio, aunque casi siempre sea yo misma. Hoy es domingo.
Me centro en algo muy importante durante los últimos veinticuatro años de mi vida y espero que sean muchos más. Aparte de mi trabajo, que aunque a veces reniegue de él, muchas más veces me da satisfacciones personales.

Desde joven tuve claro que la persona que compartiese mi vida, tenía que ser totalmente opuesta a mí en todos los sentidos, la vida sería más entretenida, sería más emocionante vivir con alguien impredecible para mí en su forma de pensar y no tan racional como a veces lo soy yo.
Conocí a una persona que me intereso bastante por su extraña afición. Nunca había encontrado a nadie con esos gustos y pensé que tenía que ser “El”. Era en todo opuesto a mí, sobre todo en el trabajo, (yo no podría hacer su trabajo y seguro que él, el mío tampoco), en los amigos, en los gustos y lo mas importante en las aficiones.

Así fue como empecé a conocer el mundo de la “Malacología” esta palabra, aunque rara solo significa estudiar conchas de moluscos, más y sobretodo marinos que terrestres, en nuestro caso.
Necesario patearte todas las playas habidas y por haber paseando y mirando la arena y donde menos lo piensas….¡zas! Ves es el ejemplar perfecto, lo recoges y lo llevas a una especie de laboratorio que debes tener en el sótano de tu casa con muchos botes de disolventes y demás potingues, que la mitad no se para que sirven y sobretodo una bata blanca. Esto es importantísimo, porque la mayoría de esos líquidos manchan hasta la eternidad, vamos que no quitas la mancha con nada, ¡ah! Y un mueble alto con chiquicientos cajoncitos para ir clasificando los ejemplares, donde nadie excepto tu debes tocar.

Así me fui introduciendo, en este apasionante mundo de la Malacología.
Esta afición aunque no ha sido mía desde siempre, en el transcurso de tantos años, la he ido asimilando y haciéndola cada vez más mía. Hasta el punto que en mi casa hay vitrinas y vitrinas llena de estos ejemplares, por supuesto con cristales para que las piezas no se estropeen.

Recuerdo el primer viaje que hicimos en busca de una pieza, la traje todo el trayecto conmigo en el avión, nada de facturar como el equipaje, iba conmigo. También recuerdo, los gratos y alegres momentos de la estancia cada vez que la miro.
Este sentimiento solo lo puede saber quien tenga una afición por algo. Hay personas que coleccionan chapas de refrescos, latas de cerveza, monedas, sellos, etc..aquí somos dos coleccionando conchas de moluscos marinos.

Al principio pensé que éramos casi los únicos, pero os aseguro que no, hay reuniones, congresos, ponencias, charlas, exposiciones, viajes y más y más y más….
Es justo que mencione que por este tipo de afición que tenemos mi marido y yo, hemos podido viajar bastante. He conocido playas y lugares de ensueño, personas muy interesantes; además tenemos buenos amigos también malacólogos repartidos por muchas partes de mundo y siempre que encuentran un ejemplar poco común nos lo comunican.

He aprendido donde se pueden obtener las mejores piezas de aporrhais pespelecani (pie de pelicano), las charonias lampas (caracolas) e incluso la difícil thaccheria.
Lo único que se busca en esta afición, es la satisfacción personal que -pienso- ya es mucho. Al final las piezas es lo de menos, lo realmente importante es la ilusión del camino para buscarlas.

Esto es para ti.

 

 

 

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