Llevo alrededor
de dos meses que no duermo bien, me despierto muchas veces y me levanto. Me
preguntan qué me pasa, pero no lo sé. Siempre pienso que es mi inquietud.
De hoy no
pasa que lo consulte, no puedo seguir así, tengo que dormir.
Pensaba esto
de camino a mi transporte diario.
Al llegar al
trabajo, lo comenté con un compañero, que de estas cosas sabe un rato largo.
Me estuvo haciendo preguntas:
¿Tomas
café?- Si
¿Realizas
actividad física?- Si, mucha
¿Andas lo
suficiente?- Si. Pregunta que creo que estaba incluida en lo de actividad
física, pero bueno….
¿Tienes
preocupaciones?- como todo el mundo-digo. Me mira y pregunta ¿eso es que “sí”?, ¿No? Lo miro y le contesto
tú verás que eres el experto. Puso un “Si”
De ¿analíticas,
cómo andamos? Yo, Bien y ¿tú?
Me miró y me
dijo, no te rías esto es una cosa muy seria. Vale –perdona-le digo.
Entonces ya sé
lo que te pasa – contestó -. Es problema de relajación.
Así tan
simple, sin más. Ya sabía yo que era alguna tontería.
Bueno, al menos
según él no es nada orgánico. Debería estar más tranquila, pero no lo estaba.
Estuvo un buen
rato hablando conmigo, sobre la importancia de la relajación, de encontrar tu
“YO” y de todas esas cosas que hablan algunos experto.
Yo estaba ya
cansada y arrepentida de habérselo consultado, se extendía, se extendía, se extendía…en
el tiempo.
Notando que
la conversación no terminaba, y que yo tenía algo de prisa le pregunte: ¿tú qué
harías?
Taichí y técnicas
de meditación, me respondió rápidamente, como si esa fuese la conclusión a la que quería llegar después
de tres cuartos de hora de conversación.
No conozco a
nadie… mejor lo dejo…no sé dónde dirigirme…seguro que conmigo no funciona
–dije.
No tienes
que preocuparte por nada. Llevo un grupo de estas técnicas y un nuevo miembro
siempre es bien recibido.
No sé; no
sé. Yo relajándome con técnicas. No lo veía mucho para mí.
Me dio una
tarjetita con su nombre y la dirección donde se reunían. Prueba dijo. No
pierdes nada.
Rápidamente
mi pensamiento –dijo-el tiempo, perderé el tiempo. Pero no quise ser descortés
y acepté.
Lunes
siguiente, seis menos cuarto de la tarde. Ya estoy en el lugar indicado. Llamo
a la puerta y me abre una señorita, me saluda como si yo fuese japonesa y yo
sin darme cuenta, también me inclino un poco.
Me dice que entre, por favor.
A todo esto
yo con mi tarjetita en la mano esperando entregársela a alguien. Para que
supieran quien me había mandado.
La chica
desaparece y aparece a los cinco minutos mi compañero todo vestido de blanco,
me da un abrazo y me saluda. Me alegro que hayas venido, te servirá de mucho.
Te has traído ropa. ¿Ropa? -Pregunto, si algo cómodo para los ejercicios. Vengo
en chándal. Bueno eso hoy te servirá.
Nosotros nos
ponemos ropas claras para repartir las energías.
Lo miro y pienso, mis energías se van a transmitir hoy de rosa claro y gris,
que eran los clores del chándal que llevaba.
Pasamos a
una sala muy grande donde ya estaban todos dispuestos. Al entrar yo, se
volvieron. Mi acompañante me presentó y me quedé asombrada, todos me saludaron
como la señorita de la entrada, yo tímidamente levante un poco la mano y respondí
al saludo.
Ponte ahí,
me indicó y haz los movimientos que él haga. Me había puesto al lado de uno de
sus discípulos más aventajado, para que aprendiese.
Estuvimos
haciendo movimientos amplios de saludos, al cielo, al sol, a la luna, a la
madre tierra. Se saludó al universo entero.
Ya estaba
cansada de estar allí y tanta paz y tranquilidad me estaban poniendo nerviosa.
Prefiero la actividad.
Aguanté
estoicamente la clase, al terminar le pregunté al compañero-profesor ¿y esto
para qué sirve? Prepara tu alma para recibir la luz -dijo.
Perpleja me
quedé, no sabía yo que mi alma estuviese a oscuras, me lo habría dicho, o al
menos me lo habría insinuado, o hasta incluso yo hubiese notado algo oscuro en
ella.
Yo, que
pregunto a veces demasiado – dije- ¿qué luz? Y me perdí de nuevo, estuvo casi
una hora dándome la lata.
Que si el “espíritu”…
que si el “ser integrar”…. Que si nuestro “ego”….que vendría nuestro “final”…
Cuando dijo
lo del final mentalmente di la conversación por acabada, no sin antes
preguntar: ¿lo del final, final, te refieres al final, final, que yo creo? Sí,
contestó.
Me estás
diciendo que me estoy preparando para cuando la vida me ponga en “OFF”. Sí dijo
con una sonrisa santera.
Adiós,
mañana nos vemos en el trabajo, muchas gracias por la clase.
¡Espera! la próxima
clase es el miércoles. No sé si podré venir, lo más seguro es que no.
Fui andando
hasta mi casa, no me lo podía creer. Yo tan optimista y vitalista había
asistido a una clase de preparación para el final, final, final…de todo.
Cuando
llegué a mi casa, saludé a los míos como si hiciera tiempo que no los veía.
Me metí en
la ducha para quitarme la energía que como reparto del universo me hubiese
correspondido en la clase.
Me puse los cascos,
la música a tope y empecé a dar saltos bailando todo lo que se me ocurría. Ya
me relajaría yo a mi manera.
Mi familia
me miraba.
Seguro, que
se decían: ¡a debido tener un buen día!
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