jueves, 17 de enero de 2013

QUÉ SÉ YO...O TAICHÍ



Llevo alrededor de dos meses que no duermo bien, me despierto muchas veces y me levanto. Me preguntan qué me pasa, pero no lo sé. Siempre pienso que es mi inquietud.

De hoy no pasa que lo consulte, no puedo seguir así, tengo que dormir.

Pensaba esto de camino a mi transporte diario.

Al llegar al trabajo, lo comenté con un compañero, que de estas cosas sabe un rato  largo.

 Me estuvo haciendo preguntas:

¿Tomas café?- Si
¿Realizas actividad física?- Si, mucha
¿Andas lo suficiente?- Si. Pregunta que creo que estaba incluida en lo de actividad física, pero bueno….
¿Tienes preocupaciones?- como todo el mundo-digo. Me mira y pregunta  ¿eso es que “sí”?, ¿No? Lo miro y le contesto tú verás que eres el experto. Puso un “Si”
De ¿analíticas, cómo andamos? Yo, Bien  y ¿tú?
Me miró y me dijo, no te rías esto es una cosa muy seria. Vale –perdona-le digo.

Entonces ya sé lo que te pasa – contestó -. Es problema de relajación.

Así tan simple, sin más. Ya sabía yo que era alguna tontería.
Bueno, al menos según él no es nada orgánico. Debería estar más tranquila, pero no lo estaba.

Estuvo un buen rato hablando conmigo, sobre la importancia de la relajación, de encontrar tu “YO” y de todas esas cosas que hablan algunos experto. 

Yo estaba ya cansada y arrepentida de habérselo consultado, se extendía, se extendía, se extendía…en el tiempo.

Notando que la conversación no terminaba, y que yo tenía algo de prisa le pregunte: ¿tú qué harías?

Taichí y técnicas de meditación, me respondió rápidamente, como si esa fuese  la conclusión a la que quería llegar después de tres cuartos de hora de conversación.

No conozco a nadie… mejor lo dejo…no sé dónde dirigirme…seguro que conmigo no funciona –dije.

No tienes que preocuparte por nada. Llevo un grupo de estas técnicas y un nuevo miembro siempre es bien recibido.

No sé; no sé. Yo relajándome con técnicas. No lo veía mucho para mí.

Me dio una tarjetita con su nombre y la dirección donde se reunían. Prueba dijo. No pierdes nada.

Rápidamente mi pensamiento –dijo-el tiempo, perderé el tiempo. Pero no quise ser descortés y acepté.

Lunes siguiente, seis menos cuarto de la tarde. Ya estoy en el lugar indicado. Llamo a la puerta y me abre una señorita, me saluda como si yo fuese japonesa y yo sin darme cuenta, también me inclino un poco. 

Me dice que entre, por favor.

A todo esto yo con mi tarjetita en la mano esperando entregársela a alguien. Para que supieran quien me había mandado.

La chica desaparece y aparece a los cinco minutos mi compañero todo vestido de blanco, me da un abrazo y me saluda. Me alegro que hayas venido, te servirá de mucho. Te has traído ropa. ¿Ropa? -Pregunto, si algo cómodo para los ejercicios. Vengo en chándal. Bueno eso hoy te servirá.

Nosotros nos ponemos ropas claras para  repartir las energías. Lo miro y pienso, mis energías se van a transmitir hoy de rosa claro y gris, que eran los clores del chándal que llevaba.

Pasamos a una sala muy grande donde ya estaban todos dispuestos. Al entrar yo, se volvieron. Mi acompañante me presentó y me quedé asombrada, todos me saludaron como la señorita de la entrada, yo tímidamente levante un poco la mano y respondí al saludo.

Ponte ahí, me indicó y haz los movimientos que él haga. Me había puesto al lado de uno de sus discípulos más aventajado, para que aprendiese.

Estuvimos haciendo movimientos amplios de saludos, al cielo, al sol, a la luna, a la madre tierra. Se saludó al universo entero.
Ya estaba cansada de estar allí y tanta paz y tranquilidad me estaban poniendo nerviosa. Prefiero la actividad.

Aguanté estoicamente la clase, al terminar le pregunté al compañero-profesor ¿y esto para qué sirve? Prepara tu alma para recibir la luz -dijo.

Perpleja me quedé, no sabía yo que mi alma estuviese a oscuras, me lo habría dicho, o al menos me lo habría insinuado, o hasta incluso yo hubiese notado algo oscuro en ella.

Yo, que pregunto a veces demasiado – dije- ¿qué luz? Y me perdí de nuevo, estuvo casi una hora dándome la lata.
Que si el “espíritu”… que si el “ser integrar”…. Que si nuestro “ego”….que vendría nuestro “final”…

Cuando dijo lo del final mentalmente di la conversación por acabada, no sin antes preguntar: ¿lo del final, final, te refieres al final, final, que yo creo? Sí, contestó.

Me estás diciendo que me estoy preparando para cuando la vida me ponga en “OFF”. Sí dijo con una sonrisa santera.
 
Adiós, mañana nos vemos en el trabajo, muchas gracias por la clase.

¡Espera! la próxima clase es el miércoles. No sé si podré venir, lo más seguro es que no. 

Fui andando hasta mi casa, no me lo podía creer. Yo tan optimista y vitalista había asistido a una clase de preparación para el final, final, final…de todo.

Cuando llegué a mi casa, saludé a los míos como si hiciera tiempo que no los veía.

Me metí en la ducha para quitarme la energía que como reparto del universo me hubiese correspondido en la clase.

Me puse los cascos, la música a tope y empecé a dar saltos bailando todo lo que se me ocurría. Ya me relajaría yo a mi manera. 

Mi familia me miraba.
 
Seguro, que se decían: ¡a debido tener un buen día!











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