miércoles, 29 de mayo de 2013

¡ VAYA NOTICIÓN !



Desde hace mucho… mucho tiempo, aprendí a leer entrelineas lo hice  simplemente a base de leer, leer y releer.
Pienso que es como la genética, que se hereda más de los abuelos, que de los propios padre. A mí siempre me han dicho que era “clavadita” a una de mis abuela y es cierto, físicamente, salvando las diferencias de edades sí, soy como ella era, para mí es un elogio, me gusta. Mi abuela…era mi abuela.

Mi hermano al contrario es parecido a la familia de mi madre, casi todos rubios y de inmensos ojos azules, mientras que yo soy de cabello marrón y ojos verdosos ¡qué le vamos hacer!, no todos somos “Adonis”.

Pero lo realmente interesante es que he sacado cosas de las dos familias y en el tema de leer entrelineas soy idéntica a una de mis tías, por parte de madre.

Algo imprescindible para desarrollar este arte, es tener una gran curiosidad por todo lo que te rodea por muy nimio que parezca. Hay cosas que en algunas personas producen curiosidad y en otras no, ¡he ahí la diferencia!  

Creo que siendo ya adolescente ella fue la que me enseñó, es una verdadera maestra en este arte, ha dedicado mucho tiempo de su vida a desarrollarlo y lo ha conseguido. Siempre que tenia oportunidad y leía algo que me llamase la atención lo comentaba con ella o con mi madre.

Mi madre se atenía al suceso o a la noticia en sí, pero mi tía… mi tía… ella iba al fondo del hecho, de forma que una simple noticia le gustaba que la viese desde otros puntos de vista, hacía que llegase al principio del origen y me hacía preguntas y más preguntas sobre el tema, decía que lo volviese a leer, desde otro ángulo, de forma que al final yo misma lo cuestionaba todo. Hasta la veracidad de dicho hecho.

Una vez que había conseguido que pusiese en duda todo, me indicaba que volviera a releerlo y la verdad era, que mi opinión había cambiado con respecto a un principio, hasta tal punto que ya no sabía que creer.

Esta duda era, la que producía en mí la necesidad de saber más sobre el tema y esto es lo que me ha hecho aprender a leer entrelineas.
Cuando llegábamos a este punto, volvía a repetirme: “ahora que no crees nada de lo que has leído, busca la misma noticia por otras fuentes y saca tus propias conclusiones”.

Más de una vez sentí desilusión al hacer esto, pues ella en el fondo quería  que dejase al descubierto la raíz, de lo que yo creía que era la verdad en sí y la verdad a veces, desilusiona.

Era una ardua tarea pero a lo largo de mi vida me ha servido para discernir verdades ocultas ante cualquier hecho.

Pensaba esto al doblar un periódico gratuito, de esos que te dan por la mañana cada vez que das un paso por la calle y como yo salgo temprano pues me los dan todos. No soy capaz de decirle a ningunos de los jóvenes que me lo entregan que ya lo tengo, los voy recogiendo todos. Sé que tienen unas horas de trabajo determinadas y que los tienen que repartir en ese tiempo, así que por mí no se van a quedar sin trabajo.

Doble el periódico y me quedé pensativa en la última noticia que leí, la verdad es que me sorprendió, no conozco mucho, es decir, nada el mundo de los “famosos” pero esa persona si era conocida por mí y me sorprendió lo leído. Era una noticia relacionada con él y el mundo de la ciencia ¡jamás lo hubiese imaginado!

A veces, cuando tengo que volver al trabajo algunas horas por la tarde, almuerzo con mi madre y mis tías y ese día era uno de ellos, estaba deseando verlas para comentárselo.

Me tenía que bajar en la parada siguiente y me incorporé del asiento, no sin antes intentar entregar uno de esos periódicos a una señora que estaba sentada a mi lado y que me observaba con poca delicadeza mientras leía. Me imaginé que ella también quería leer la noticia, lo pensé porque noté como no dejaba de mirarme mientras lo hacía doblando la cabeza tanto que por unos momentos creí que la apoyaría en mi hombro, pero la amable señora denegó mi ofrecimiento.

Me dijo que iba al médico y que esos periódicos le dejaban las manos manchadas de tinta, miré mis manos en un acto reflejo y efectivamente tenían un tono algo grisáceo. No me importó, lo primero que hago al llegar al trabajo antes de ponerme el uniforme es lavarme las manos concienzudamente. A partir de ahí comienza mi jornada laboral.

Salía a las tres que como siempre serían las tres y media y como además ahora hay que trabajar media hora más. Por eso de la economía… para levantar el país, que los trabajadores hemos arruinado… pues serían casi las cuatro. Debía volver a las seis y media.

Llamé diciendo que me era imposible ir, acababa de salir y estaba cansada era jueves y esos días son como una revolución para mí. Son un sin parar, como un autómata. Me comentaron que aun no habían comido, que me estaban esperando, pero que si no podía ir...no pasaba nada. Decidí que muy a pesar de mi cansancio no les podía fallar y dije que iría.

Cuando tomé el autobús lo único que pensaba era que hubiese un asiento libre y tuve suerte, había uno al lado de una mujer ¡ese asiento lleva mi nombre! Pensé.
Al sentarme, no sé por qué siempre tengo la costumbre de saludar y la mayoría de las veces ni me contestan, pero soy así y casi siempre digo: la próxima vez no saludo, imposible no puedo evitarlo y esa próxima vez aun sin yo quererlo se me olvida y lo vuelvo hacer.

La mujer me saludo y además me sonrió, algo que agradecí en ese momento, después de la mañana que había tenido. Pero esa sonrisa llevaba algo oculto, lo descubrí cuando sin venir a cuento comenzó a hablarme de su vida, diciéndome que venía de ver a una hija suya que estaba enferma y a contarme todos los síntomas y peripecias y pormenores de la enfermedad. Saltaba de un tema a otro, parecía que me conocía desde hacia tiempo y muy pronto llegué a la conclusión que esa persona necesitaba hablar y dejé que hablase todo lo que quisiera.

Mentalmente aun sin desearlo, pensé en el trabajo de esa mañana por unos momentos.

Ella continuaba hablando y a mí me era cómodo, no dejaba tiempo al dialogo, todo lo decía y lo deducía ella misma.
Me relajé de tal forma que por un momento me di cuenta que no estaba pensando en nada y me sorprendió.

Cuando fui a bajar de mi medio de transporte dije “adiós”, ella seguía varias paradas más adelante. La mujer, dijo:  “gracias, con usted si se puede hablar”, sonreí pensado que yo solo había hecho lo de siempre, saludar y escuchar lo que los demás quieren decir.
Miró los periódicos que llevaba en la mano y me preguntó que si los había leído, que no tuvo ocasión de recogerlos por la mañana. Le dije que sí y se los entregué todos.

A menudo, muchos a menudos… desde que era muy joven, las personas me hablan y me cuentan cosas sin yo preguntar, deben ver en mi un confesor o un psicólogo de andar por casa, yo no hago nada, solo escucho y les presto atención, pero hablan sin darme tiempo a contestar, es como si ellos mismo encontrasen las respuestas a sus preguntas al hablar. Como si estuviesen esperando a alguien que les escuchara, sé que esto les produce alivio …es tan fácil escuchar y callar y puede hacer tanto bien a otros que a mí no me cuesta trabajo hacerlo, al contrario creo que enriquecen mi interior las experiencias de los demás.

Cuando llegué a casa de mi madre eran algo más de las cuatro y veinte, sentí pena y alegría saber que habían estado todo ese tiempo esperándome.

Las abracé, las besé y olvidé por completo la noticia que les quería dar sobre ese famoso.

Comenzamos a hablar de todo, mientras poníamos la mesa, ya era la hora más de tomar café que de almorzar y yo ese día precisamente no tenía ganas de comer, pero lo hice.

Cuando nos sentimos queridos, somos capaces de llevarnos horas y horas hablando, no se agotan los temas y cada nueva conversación es más interesante que la anterior, estás hablando y te asalta la mente otro nuevo motivo para seguir. Personalmente hay personas con las que me podría llevar hablando horas, días, años…toda la vida y seguro que siempre habría algo nuevo y sorprendente que decir y escuchar.

Pensé que la noticia que les quería dar ya no era importante.

Siempre cuando estoy con ellas, los pájaros de mi cabeza revolotean todos a la vez para mantenerme unos centímetros por encima del suelo y les agradezco que lo hagan y me saquen por unos momentos de la realidad cotidiana.

Una vez más hice lo que mi tía quería, ver las cosas desde otro ángulo y quedarme con la raíz de lo esencial y lo más importante del mundo para mí, en ese momento, lo tenía delante de mis ojos.







viernes, 24 de mayo de 2013

EL REGALO



Voy de camino hacia mi lugar de siempre, al de todo los días, es decir, al trabajo. Pero me gusta, es lo que decidí hace muchos años y lo que conseguí, a veces me enfado como todos cuando tenemos una obligación fija, pero debo reconocer que obtengo muchas recompensas emocionales y esto me hace feliz.

De pie en el autobús, observo a un grupo de estudiantes y no puedo dejar de evocar cuando yo tenía su edad. Siempre con un gran bolso cruzado cargada de apuntes y de cosas que creía imprescindibles, cuando ese día no podía volver a comer a mi casa y en el brazo siempre llevaba algo más de lo que no cavia dentro.

Me miro ahora, a través del tiempo y veo que las cosas no han cambiado tanto para mí. Sigo yendo cargada. Soy adulta, pero no he perdido la alegría con la que iba a estudiar.

Claro está que ahora se mucho más… de todo, pero aun me queda la ilusión del día a día, cuando la pierda será la hora de dejarlo y buscar un lugar solo para mi, donde ni me conozcan ni conozca a nadie, excepto a un par de personas y dedicarme a lo que realmente me gusta y que me roba silenciosamente el tiempo que no le puedo dedicar.

Abandoné estos pensamientos, al pasar mi medio de transporte por un centro comercial.
Recordé que hacia un par de días quedé con dos amigas para comprar un regalo a un amigo. Una persona que conocemos se casa, es alguien a quien apreciamos mucho y se decidió que le íbamos hacer un regalo.

Quedamos temprano, las tres somos muy puntuales.

Antes de entrar en el comercio, había que tomar un buen desayuno donde yo lo suelo hacer cuando cojo esa ruta. Les dije que las llevaría y fue un acierto.
Es un bar muy pequeño, prácticamente la barra y cuatro mesas pero te ponen unos desayunos magníficos. Cumplida nuestra misión del desayuno, solo teníamos que pasear un poco y llegar al centro comercial.

Al entrar, yo que no voy mucho a centros comerciales… solo en contadas ocasiones, para mí se abrió el mundo mágico de la elegancia y el glamur. Luces, brillos, escaleras mecánicas, techos sin fin, olores a perfumes…¿cuántas cosas me pierdo mientras trabajo? – pensé. Iba desorientadas y en estos casos nunca llevo la decisión de ir la primera, si no de seguir a la más experta.

Yo solo decía ¿y ahora por donde?- contestaba, la guía – ¡por aquí, todo seguido! Seguro que en solo una hora allí y me hubiese perdido, teniendo que llamar a alguien para que me indicase la salida.

Una de mis amigas, decidida como es, fue directa al regalo como una flecha, se decidió entre dos modelos, pero como siempre pasa en estos casos se eligió el primero.

Tuvimos unos instantes de duda pero el amable vendedor nos dijo que él en su casa tenia uno igual y que le iba muy bien.
Esto empezó a aumentar mi curiosidad, ¿por qué cada vez que estamos indecisos ante una compra, siempre hay un vendedor que tiene un modelo igual de lo que sea en su casa?, imagino que las casas de muchas de estas personas deben ser como una verdadera sala de exposiciones de todos los productos que venden.

Es algo que se debe comprobar, a mi me ha pasado a menudo. Me siento indecisa ante la compra de cualquier artículo y el vendedor tiene seguramente uno de estos en su casa. Él según su interés comercial, te indica uno u otro, pero seguro que lo tiene desde hace tiempo y siempre añaden la frase “a mí no me ha dado problemas”. Os confesaré que yo no me lo creo.

Por eso cuando voy a comprar algo, aunque lo desconozca quiero fingir seguridad y resolución, no creo que nadie pueda tener siempre lo mismo que vamos a comprar, de la misma marca, del mismo modelo y desde hace mucho tiempo “sin darle problemas”, aunque sea un modelo que salió al mercado hace unas semanas y me pregunto: ¿estas personas están todo el día comprando?

Da igual el artículo, si es una crema hidratante, la señorita la lleva usando desde “hace mucho tiempo” y le va fenomenal. Si es un perfume o una colonia de baño, es el que ella utiliza o la que se usa en su casa…no falla.

Después de hacer la compra y alejarnos del lugar. Una de las amigas tenía que comprar un café determinado y fuimos “AL SALÓN DEL GOURMET” , más lujo y glamur. Filas inmensas de bombones de nombres rarísimos y carísimos y cafés colocados en estanterías como si fuese libros, no me extrañaría que estuviesen colocados por orden alfabético. 

Cuando volvimos a salir de este abrumador salón y subimos, llamó mi atención un libro, que estaba expuesto. Era de una escritora muy conocida por mi y aun teniendo la posibilidad de no tenerlo que comprar, no pude resistir el placer de hacerlo y lo hice.

Solo quedaba ver el presupuesto de una pantalla de un “Ipod” que se le había roto a una de mis amigas y quería saber el coste del arreglo.

Aquí fue cuando mi curiosidad se desbordo. 

Preguntamos a un amable vendedor, de esos que tiene de todo lo que venden en sus casa y nos indico el lugar.

¡Al fondo a la izquierda!, no sabía yo donde estaba el fondo en ese gran comercio, pero dimos con él. Realmente estaba al fondo, del fondo o sea al final.

Desde muy lejos leí  “CLÍNICA INFORMATICA” me quedé confusa, conozco muchos tipos de clínicas como: 

Clínicas Dentales. Clínicas del Pie. Clínicas Médicas. Clínicas del Dolor. Clínicas  veterinarias….pero ¿Informáticas?, pues nunca la había escuchado y me alegró tener la ocasión de ver una.

Una de mis amigas me miró, me conoce bien y sabe que ya el nombre había despertado mi interés, sonrió sabiendo lo que pensaba en ese momento, a la vez que yo decía : ¡Qué curioso!, aceleré un poco el paso, pero siempre siguiendo a mi otra amiga que realmente se mueve por allí como pez en el agua. Yo no, me aturdo ante tanto lujo y pienso que más de la mitad de las cosas que hay allí no sirven para nada o yo no sabría como mejorar mi calidad de vida con ellas.

Llegamos a un lugar muy blanco, un larguísimo mostrador en forma de “L” y a un hombre de edad mediana. Para mí la edad “mediana” no es ni mucha ni poca, es la edad que yo no soy capaz de identificar.

Alto, delgado, moreno, de ojos pequeños y marrones, con gafas de monturas negra, raya en el cabello a un lado y un ligero tupés a los años 60 , ¡ah! y una bata blanca, como los médicos.

Lo primero que pensé fue: ¿le lavaran la bata en el comercio, como a los médicos en los hospitales?

Mi amiga hablaba con él y yo lo miraba, no muy descaradamente pero lo observaba. Era amable y realmente hablaba con propiedad. Yo no me enteré de nada, pero mentalmente lo comparaba con los dos únicos informáticos que conozco. 

Uno de ellos lleva el cabello casi por la cintura, recogido en una coleta y el otro una gran melena rizada con una felpa en la cabeza y pensé: ellos nunca podrían trabajar aquí, tendrían que renunciar a su identidad como personas y seguro que hasta en su forma de pensar.

Por un momento en el transcurso de la conversación sobre el aparato estropeado, me pareció ver un halo de tristeza y resignación en los ojos de ese hombre de edad mediana e indeterminada, que hizo que lo volviese a mirar con ternura.

Quizá el tuvo que renunciar también a una parte de su identidad, por estar ahí, detrás de ese insulso mostrador con ese cartel tan simpático, al fondo de aquel gran comercio. Noté que en ese sitio, la fantasía y el lujo del centro comercial habían desaparecido para dar paso, a lo que intentaron poner como un laboratorio sin tubos de ensayos, ni máquina de análisis.
  
Y sin que nadie se diese cuenta, casi ni yo misma, porque lo pensé muy intensamente pero muy  bajito, desde el fondo de algún rincón mío, le deseé fuerza interior para que aquel trabajo aburrido y solitario no acabase destruyendo el joven que aun debía tener dentro.

lunes, 20 de mayo de 2013

PEQUEÑA AVERÍA



Qué bien sábado, desde que he vuelto a coger la bicicleta algo que me costó mucho trabajo pero alguien, acabó de convencerme, me gusta este día, bueno no solo por eso… el sábado indica diversión, nos gusta a todos.
Cuando no tengo planeada ninguna salida “extra“ a ningún lugar determinado con mi cámara de fotos. Monto en bici.

Un buen desayuno para tomar fuerzas y a pedalear, a gastar energías y pensamientos. 
Es curioso, lo que pensamos cuando vamos en bici, es muy variado, para mí a la vez que pienso, de vez en cuando me digo: ¡ah! Por aquí no…tiro por allí, y sigo pensando en lo anterior. Es como si la conciencia trabajase en dos fases, en ti y en tu recorrido.

Lo ideal sería una carretera en línea recta donde solo hubiesen bicicletas, pero muy recta muy recta…sin fin, que nadie pudiese llegar nunca al final ni supiese que hay más allá de esa línea. El final sería una incógnita y que cuando tu quisieras, pudieses dar la vuelta.

Pero esta teoría se desmorona, cuando llego a la conclusión que quienes hubiesen construido esa carretera si sabrían lo que hay al final y ya no sería ninguna incógnita, al menos para ellos. Este pensamiento puede tener una variante… que todavía la estén construyendo y ni ellos mismos sepan donde terminará.

Como sé que esto es imposible, intento ir siempre por los carriles más largos y para eso tengo que llegar a “La Palmera”, como ahora lo han alargado hasta casi “Bellavista” pues… recorrido completo con paradita de vuelta en el Parque de “María Luisa”. 

Ese era mi pensamiento cuando abrí el grifo de la cocina para coger agua y hacer café, preparé la cafetera y la conecté.

Noté que al abrir la llave estaba algo floja, pero no le di importancia total no entiendo de eso y no sé por qué, pensé en ese momento que era por la presión. Pero me quede fija, mirándolo y observaba como parecía que iba tomando vida propia, se movía muy despacio muy lentamente, como si quisiera abrirse del todo.

Comenzó hacer un ruido extraño y acerqué un poco el oído para asegurarme que provenía de él, me separé y volví a ponerlo ya casi totalmente - ¡uy¡ - este ruido no lo he oído yo nunca – dije. Pero como la curiosidad me puede a veces, lo presioné un poco a ver qué pasaba. En ese momento el ruido se hizo más fuerte y me retiré, me asustó. 
Seguía mirándolo esperando algún tipo de desenlace, recuerdo que pensé: “serán las tuberías”, que es lo que siempre se dice, también imaginé “abran cogido aire”, que es lo que también se piensa. Mi instinto hizo que me separase de él y de pronto…salto la llave hacia mí y un chorro de agua muy fuerte comenzó a salir del hueco que había quedado.

Esto me cogió desprevenida y ante mi asombro por unos instantes no supe que hacer, me quedé mirando como si fuera una estatua pero mi mente después de pensar lo bonito que era ver salir así el agua, actuó y me aconsejo:  ¡¡SOLUCIONALO!!,  ¡¡YA!! 

No es como en el trabajo donde tengo rápida capacidad de reacción, esto era otra cosa…muy distinta.
Alargué la mano e intenté parar el agua pero era imposible, al acercarla se formaba una fuente inundándolo todo. ¡no sabía yo que el agua por una tubería llevase tanta fuerza! Tampoco se, por qué pensé que se cortaría sola… pero no fue así.

Tomé lo que tenia más a mano, un guante de horno y volví a taponar la herida del maltrecho grifo, en el tiempo que tarde en acercar la mano y a medida que lo hacia se formaba una especie de flor de agua, como una margarita gigante, cuyos pétalos eran chorros del liquido que mojaba todo lo que tocaba.

Cuando logré taponarlo, salía menos agua o eso creí, durante unos segundos que se hicieron eternos… recordé que debajo del fregadero había otra llave que el fontanero, que hizo la instalación me dijo:  “mira esta es la “general” recuerdo esto porque le pregunté al hombre:  ¿la “general” de qué..? -  ¡la llave! -  la “general”, ¡ah!  ¡vale! – ¿y cuando se utiliza? El señor me miró con asombro y noté que había quedado al descubierto mi ignorancia en ciertos temas.

Se echo a reír pero con muchas ganas, como si hiciese mucho tiempo que no se reía, esa risa venía de muy dentro de él. Parece ser que esta pregunta no debe ser muy frecuente y que el resto del mundo menos yo, sabe lo que es una “general”

La “general”… la “general”, ¡la que tienes que cerrar en caso de avería!

“Avería” esa era la palabra correcta en esos momentos, esto debía ser una avería ¡SEGURO! Y por la cantidad de agua que veía ya a mi alrededor de las más grandes.
Abrí el mueble y la localicé, solo tenía que cerrarla y listo recogería el agua y adelante con mis planes de fin de semana.

Pero no fue tan fácil, intentaba seguir taponando la salida de agua y a su vez alcanzar la “general” pero no llegaba y tenía que decidir rápido, cada vez había mas agua por todas partes.
Por un momento me desesperé, no daba crédito a lo que me estaba ocurriendo en un día que todo iba a ser paz, armonía y diversión. Decidí que lo mejor era que saliese toda la que quisiera y cerrar la de abajo, pensé que era lo más lógico, solté la mano de aquella herida incesante y me agache rápidamente metiendo más de medio cuerpo dentro del mueble para no mojarme, más de lo que estaba, pero la llave "esa"… estaba atascada… ¡¡ ATASCADA!!, ¿ATASCADA?...no podía ser. 

Intenté con todas mis fuerzas cerrarla y con mucho esfuerzo al final lo conseguí.

Cuando me erguí, noté como poco a poco dejaba de salir agua y me alegré.

El día poco a poco parecía que se estaba estropeando. Comencé a recoger agua, pero no toda, era imposible, yo recogía pero parece que cada vez había más.
El café hacía rato que había terminado de hacerse y me preparé uno. 

Recordé que un sábado no encontraría a nadie que lo arreglase y además no conocía a nadie que lo hiciese. Busqué los papeles del seguro.
De ese seguro que todos tenemos contratado y que lo más que nos ha servido es para arreglar un par de cristales rotos o cualquier otra tontería y que el día que de verdad lo necesitemos, nos dirán que la póliza no cubre… lo que sea que nos haya ocurrido.

Vi un numero que ponía “Averías urgentes”, al leer la palabra “urgente” se quedó en mí como un eco, es lo que todo eso era “urgente” y bastante para mí.
Llamé y una señorita después de hacerme varias preguntas me dijo: ¿ y es muy urgente?, creo que si –respondí. Hay mucha agua… mucha. 
Dentro de unas dos horas estarán allí, lo primero que tiene que hacer es cerrar “la general”, mira – pensé- ¡ella también la conocía! 

Colgué y apuré la taza, mientras volvía a la cocina. Solo quedaba recoger agua y esperar.

Mi consuelo fue ver que en ningún momento había estado sola, mi perro notando mi desesperación, me animó un poco, chapoteando en la balsa que se había formado y dando saltos de alegría , salpicando lo que aun estaba seco.
Creo que pensó que era otro de mis raros experimentos caseros.

Me miraba y daba más saltos, le gustaba, lo acaricié y dejé que lo hiciera.



martes, 14 de mayo de 2013

NO SON RUISEÑORES



Miro el reloj, es increíble las cinco de la mañana y ya despierta, hoy que podría haber estado hasta la hora que me hubiese dado la gana en la cama.
Esto no puede seguir así, he dormido solo unas cuatro horas y media y necesito más descanso. Ayer me acosté tarde, pensando que hoy podría recuperar sueño, se suponía que me levantaría a la hora que yo quisiese, pero no ha sido así. 

Me he levantado a la hora que los “pajaritos tropicales” de mi vecino Juan, han querido.
Juan y su pareja son dos personas encantadoras, vecinos atentos donde los hayan, no se meten para nada de tu vida pero siempre están dispuestos para el resto de los vecinos. Me llevo muy bien con ellos, viven a su manera y eso me gusta. Jamás los he oído “cotillear” de nadie.

“Para saber como es una persona, no oigas lo que dice de sí misma, sino lo que dice de los demás”. Esto lo leí en uno de esos cartelitos que abundan por páginas de Facebook y en este caso es cierto, son dos personas excepcionales.

Mantenemos una buena relación los tres, él su pareja Mario y yo a veces solemos reunirnos y tomamos café o simplemente charlamos en mi casa o en la de ellos.

Pero Mario tiene una extraña afición por las aves tropicales y hace poco le regalaron dos parejas de no sé que especie rara, que produce unos graznidos excesivamente fuerte.
Realmente son muy bonitos y no demasiado grandes pero tiene una particularidad: cuando empieza a despuntar en día, que me imagino que es cuando tenemos más sueño. Los cuatro pájaros  empiezan sus danzas de graznidos. Esto se produce sobre las cinco de la mañana.

No es un canto melodioso, que entresueños te haga viajar a un sitio paradisiaco inimaginables, ¡no!, son graznidos parecidos a los de los cuervos, fuertes y potentes.

Uno emite un sonido… ¡uno solo! Y comienza la ¡fiesta!, rápidamente se unen los otros tres y es como si mantuviesen una conversación a gritos , si a esto le sumas que los han adiestrado para dejarlos sueltos por el jardín y ellos tienen algunos árboles, pues los graznidos son en estéreo. Es insoportable.

Cuando me los enseñaron me dijeron que si criaban me regalarían uno, pero la sola idea de tener a un animal enjaulado me produce ansiedad, así que dije que necesitaban mucho cuidado y no sabría llevar a cabo esa responsabilidad, que mejor estaban con ellos.

Me han dicho un montón de veces el nombre científico de los susodichos pajaritos pero en su pronunciación siempre me quedo entre una “w” y una “k”.

Cinco y media de la mañana, con los ojos vidriosos por el sueño y el cansancio, me preparo un primer café, a ver si la cafeína es verdad que hace efecto. Voy al sitio donde siempre lo tomo y al abrir la ventana, veo a uno de los animalitos en el limonero.
Me gustó verlo subido en lo alto de las ramas, me relajo. Pero de pronto lanzo un terrible sonido y rápidamente acudieron los demás. Es como si se alegrasen de haber encontrado a su primera víctima despierta y observando, creo que necesitan ¡publico!

Si hubiese tenido alas me hubiese acercado hasta ellos y les habría dicho cuatro cosas, pero la naturaleza con las limitaciones físicas que nos ha puesto, nos hace prudentes a la fuerza.

Cerré la ventana de mal humor y me fui a mi despacho. Decidí trabajar un poco, ya que estaba despierta agilizaría varias cosas que tenía que hacer.
Pero era imposible, no me podía concentrar.
Ese era mi despacho porque la ventana da al patio y allí nunca había ruido…pero ahora estoy mejor en cualquier otra pieza de la casa.

Así, que comienzo a escribir. En algo tengo que utilizar el tiempo, hasta que se haga de día; es decir, lo que llamamos nosotros día porque para ellos ya lo es.

Siguen su conversación… por favor, que podrán estar diciendo, si solo son dos sílabas “crac-crac” ¿qué dirán? Y todo a gritos. ¡No me dejan pensar!
Mis vecinos me han dicho que tienen la misma facultad que los cuervos y los loros, que pueden aprender a repetir palabras y en ello están. 

Hace poco me llamaron y me dijeron que uno había aprendido a decir “mamá”, pero yo por mucho que me esforzaba y el pájaro repetía, solo oía “crac-crac”.

Ellos me miraban –diciéndome-: ¡Has oído!, ¡has, oído!, no –contestaba, solo oigo “crac-crac”. Pero mujer si está muy claro dicen “mamá”,- pues no lo oigo- ¡pero escucha atenta! Quise estar lo más atenta posible y abrí mi mente, no fuera a ser… que fuese yo la que no lo quería oír… ¡Que no!, ¡que no!... que yo no oía nada, solo los “cracs-cracs” molestos y repetitivos, como todos los días. 

Al igual que decían que era “mamá” podrían decir “papá”, “tata” o “patatas con chorizo”, sigo sin saber ese idioma, ni con imaginación de la cual creo que no estoy falta, logro oír nada parecido a una voz comprensible.

Pensé que ellos por el cariño que le tenían a sus mascotas, las idealizaban y creían que hablaban de verdad. Pero debe ser que yo, de oír tanta música a todo volumen con los cascos, me estaré quedando sorda, pero solo oía el graznido, no era ni tan siquiera melódico y acompasado, eran secos y fuertes.

Me recordó algo al ruido que hace una rótula al romperse. Es desagradable.

Les pregunté cuanto tiempo llevaban adiestrándolos para repetir frases y me contestaron que desde que llegaron los encantadores pájaros; es decir unos tres meses.

En tres meses solo han aprendido a decir crac-crac más fuerte. Hice mis cuentas mentalmente. Si en tres meses han aprendido a graznan más fuerte , lo más seguro es que dentro de un año… me tenga que cambiar de casa, porque también me dijeron que eran de fácil reproducción.

Son las siete, los pájaros ya se han retirado a sus aposentos, ¡se habrán cansado! De decir ¡mamá!, tantas veces.

Ya no los oiré más hasta las nueve o las diez de la noche, donde vuelven a hacer su ronda, pero a esa hora no molestan. Lo insoportable es a las cinco de la mañana.

Sus dueños dicen que son un encanto, que su ritmo biológico va con el reloj solar y es algo que no dudo lo más mínimo, muy al contrario lo confirmo.

A mi perro me parece que no le hacen mucha gracia, porque un par de veces lo he visto acechando a uno de ellos y corriendo detrás de él.
No quiero imaginar lo que ocurriría si creyese que son molestos.

Seguramente al llegar a mi casa con la boca llena de plumas, lo bañaría para quitar rápidamente los rastros del “accidente fortuito”.


Para: Manitoba, una de las diez provincias de CANADA.

  
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