viernes, 3 de mayo de 2013

¡¡ UF !! QUÉ PESADA



Vivo en una tierra alegre, sé la imagen que proyectamos hacia el exterior relacionada con nuestro carácter, lo he visto desde afuera, pero la culpa no es nuestra es del clima.
No es lo mismo quedarte en casa con 1 ó 2 grados bajo cero, que hacerlo con 25 ó 26 grados sobre ese mismo cero. Este clima nos echa a la calle y la mayor parte de las veces con la botellita de agua a cuestas.

Aquí cuando hace 25 grados  (usamos escala “Celsius” no “Fahrenheit”) ya estamos diciendo: ¡Qué calor, por Dios! y la frase que sigue es….¡Y todavía no ha llegado lo peor!, lo peor son los 45 ó 46 grados o más a los que se llegan en los meses de Julio y Agosto -según la zona. Es un calor sofocante, cuesta trabajo respirar, así que lo mejor es intentar alejarse de la ciudad, de los coches y del calor que desprenden todos los aires acondicionados hacia las calles.
Yo que no me considero “urbanita”, la ciudad lo imprescindible, procuro cualquier hueco de mi vida diaria para intentar escapar de ella pero cuando esto no es posible, los parques y jardines son mi gran debilidad.
Soy mujer de a “pie”, o sea que donde puedo ir con mis pies voy, siempre he pensado que no hay distancia por muy lejos que esté para que mis pies no se decidan a seguir la ruta.

Hace algún tiempo salía con una amiga a caminar, pero llevábamos ritmos distintos de zancadas y cuando me daba cuenta iba caminando yo sola y ella me seguía a unos ocho o nueve metros, así que dejamos de andar juntas, pero seguimos siendo grandes amigas.

Cuando camino y no me refiero a pasear, me gusta hacerlo sola o con alguien que sea más alto que yo esto tiene una fácil explicación: al ser más alto su zancada es mayor y me obliga a ir más ligera una vez que tomo el ritmo del paso, egoístamente me olvido de quien viene conmigo y lo continuo, pero no pasa nada ellos lo saben.

Imprescindible en estos eternos recorridos, para mí, después de la protección solar correspondiente, son: cabello recogido, gorra, ropa ligera, zapatillas de deporte, gafas negras, cascos, música y mi inseparable botella de agua. La música es una de las cosas más importantes, según el tipo que lleves así será tu paso, toda la que me pasan amigos y amigas que tenga ritmo la llevo encima, además me gusta oírla fuerte, bastante fuerte que me haga vibrar y sentirme viva, de forma que cuando tengo que cruzar alguna avenida apago el volumen, más que nada por mi seguridad.

Las zapatillas también es algo importante, suelo tener varias y dependiendo de la estación del año y del pensamiento de mi recorrido uso unas u otras, las mejores son las que están más usadas, unas buenas zapatillas de deportes no tienen por qué ser caras o de una marca determinada. En mi vida he destrozado ya algunas por no decir bastantes y nunca han sido de esas marcas que anuncian los famosos, solo tienen que tener una buena suela flexible y comodidad en el pie. Es un deporte barato que lo recomiendo todos los días varias veces. 

Cualquier pantalón cómodo, una camiseta y a patear kilómetros que es muy sano y muy barato…de momento.

Si tuviésemos esto como una práctica habitual, la mayoría de los medicamentos no tendrían razón de ser comercializados.
Mi botiquín, cree la gente que está lleno de “remedios santos”. 
Esto lo menciono porque los vecinos que me conocen, muchas veces vienen a mí para que les de una u otra cosa y desde aquí les digo que yo no soy una compañía farmacéutica que solo tengo en mi casa, lo siguiente:

Dos tipos de analgésicos. 
Un paquete de vendas y gasas.  
Un antihistamínico.                                                               
Y un desifectante de una marca muy conocida.
Y cuando vienen y saco la caja de zapatos donde lo guardo todo, en el cuarto de aseo que nunca se utiliza, se me quedan mirando. Me parece que esperan que saque un carrito con instrumental quirúrgico.

Es cierto queridos vecinos, eso es lo que tengo en mi casa, para casos excepcionales están los médicos en sus “Consultas” y las Urgencias…¡vamos digo yo vecina!

Esta señora en especial, es increíble, a veces viene a mi casa porque dice que no me vio el día anterior, cuando a lo mejor hace una semana que llevo fuera, pero siempre necesita una indicación médica o algún medicamento. Yo me ofrezco amablemente a llevarla a Urgencias, más de una vez lo he hecho, pero ella dice que no quiere ir porque lo primero que le hacen es una Analítica.

Si esta señora me dejara que se lo explicase una vez…tan solo una vez, sin interrumpirme, sabría que la Analítica es lo que hace que el médico vea lo que no va bien por dentro y que es imprescindible para un diagnostico “ casi “ certero. Pero cree que yo la puedo llevar a Urgencias con privilegios para ella y esto no es así, solo puedo aligerar muy poco el trámite diciendo que es una persona mayor y que se encuentra mal, vamos lo que diríamos cualquiera. 

Señora, creo que usted es de las pocas personas que a las cuatro de la mañana se despierta, ya sin ganas de dormir porque se acuesta a las nueve de la noche y piensa que tiene un dolorcito muy leve, en el costado derecho a la altura de la cintura, espérese un ratito más en la cama a ver si Morfeo quiere visitarla de nuevo, que yo estaba recién acostada cuando usted, esta madrugada llamó a mi puerta para decirme que si ese dolorcillo podría ser un principio de “cólico nefrítico”. 

Me parece que usted sabe más que yo de medicina, no sería yo capaz de hacer un diagnóstico tan rápido y eficaz como el suyo. No todos los leves dolorcillos a esa altura indican un cólico nefrítico...creo.

Sinceramente no lo sé señora -dije-  medio dormida. Hay que hacer una analítica. Eso ni pensarlo, me contestó. Dame algo para el dolor, si quieres…¿vamos? Subí arriba y baje con la caja de zapatos, me entró ganas de decirle: “sírvase usted misma”, cuando la abrí, me miró con los ojos más grandes que de costumbre y se apresuró a preguntar: ¿esto es lo que tú tienes en tu casa? ¡Sí! – contesté- ¡Esto! y a las cuatro y veinticinco, muerta de sueño, va la mujer y me dice: ¡yo en mi casa tengo de todo, ven y me dices que me tomo!

La vi arreglada y algo maquillada. No fui a su casa, pero le pregunté: ¿qué hace a esta hora tan compuesta?, era por si “NOS” teníamos que ir a urgencias- respondió.

Mi prudencia hizo que respirase varias veces más profundo de lo normal, como cuando necesitas controlarte porque sabes que lo que vas a decir puede hacer que te arrepientas al poco tiempo, le insinué claramente: usted vaya adonde quiera, si quiere le llamo un taxi, pero yo me vuelvo a la cama.

Creo que se molestó, porque con mucha ironía me preguntó: ¿estuviste anoche de fiesta?, la vecina me estaba poniendo de muy mal humor y sé que esto me desvela.

Miré a mi perro que seguramente había despertado con sus potentes ladridos al resto de la humanidad, pero se que en sus ojos siempre encuentro una mirada de compasión, entendimiento y ternura hacia los demás.

Me eché a reír, ella siente inquietud por saber mi vida, es una de las personas que dicen por ahí que soy “algo extraña”, simplemente porque mi vida es mía, solo tengo una y la vivo como quiero. Pero es una persona mayor y me da igual lo que diga, creo que su vida le aburre desde hace más tiempo que los años que tengo yo.

Abrí la puerta elegantemente y la sostuve entreabierta invitándola a pasar por el arco que se formó a la altura de mi brazo alzado, al sostener la hoja. Pasó y se fue…me parece, que se le olvidó decirme adiós y darme las gracias una vez más.

Señora, las palabras “por favor” y “gracias” son de aquellas que enriquecen cualquier idioma.

Un “por favor” puede abrir el corazón más duro y sacarle una sonrisa y dar las “gracias” hace que la persona a las que van dirigida, la tenga a su disposición en cualquier otro momento. Yo le aconsejo que practique y si le cuesta mucho trabajo hágalo delante de un espejo como los grandes actores, practican sus frases fuertes en un guión. 
Las utilizo todos los días montones de veces y créame no tienen contraindicaciones.

Le devolví la mirada a mi perro que me la sostuvo por unos instantes, al acariciarlo cerró los ojos, inclinó un poco la cabeza y la apoyó en mi rodilla, creo que él también estaba dormido.

Descolgué el teléfono y me acosté pero ya no pude dormir, Morfeo decidió que tenia cosas mejores que hacer.



Este relato es para esa persona, que cuando enciende su ordenador mira a ver si he publicado algo, es capaz de leer muchos de una vez y vive en:

Ottawa---Ontario—Canadá.


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