viernes, 25 de enero de 2013

PINK LADY



¡Uf! Otro día. Lunes y tengo cuerpo de viernes. Si por mi fuera me quedaba en la cama, pero imposible, como todos los trabajadores al “curro”.

Todos los domingos digo lo mismo, hoy me acuesto antes, pero no hay maneras, entre lo que me entretengo, lo que divago y lo que pienso me dan las tantas y aunque me acueste no hay forma de dormir.

Bueno, ya estoy en pie. Saludemos al día a ver que tal empieza y como termina. Espero que termine bien como todos. El comienzo se irá desarrollando según las horas, que deseo, no se duerman para que no se me haga más largo.

Me preparo mi primer café, algo fuerte. Ya hasta las 10,30 no tomaré otro en mi trabajo, sola como todos los días desde hace mucho, en la sala de descanso.

Abro el frigorífico y me asombro, este cacharro esta casi vacío –pienso.

Bueno mientras tomo el café iré haciendo una lista para después del trabajo y con la ayuda de alguien de mi familia iré a por víveres.

Comienzo mi lista con ímpetu, sin acobardarme, con arrojo y valor. Por lo larga que iba a ser.

Cuando llevo algo así como diez artículos, y con la puerta del frigorífico abierta, mirando su interior – me digo – ¡esto va a ser largo y no tengo tanto tiempo! Así que como siempre, concluyo la lista poniendo “de todo”. Vamos de todo lo que consumimos en mi casa.

Notando lo tarde que era para mí, hablo con uno de mis hijos y quedamos en comer juntos a las tres cuando yo salga y nos iremos a comprar. Todo previsto.

A mí no me gusta ir a comprar sola, me abruma, me estresa, tantas calles, tanto de todo junto, tanta gente…. 
Y como por las reglas del marketing de las grandes superficies cada dos por tres te lo cambian todo de sitio, pues me canso, me aburro y me vengo con la mitad de lo que iba a comprar.

De todas formas, me pasaría el mayor tiempo en la pescadería y comprando frutas, me gustan todas y  las ponen tan bien colocadas y tan bonitas…

A veces he sentido la necesidad de hacer alguna foto, pero seguramente el comercio no estaría de acuerdo con mi sentido artístico y podrían llamarme la atención. Así que siempre me he abstenido.

Una vez comprando fruta. Pero solo una vez, ¡eh! 

Como tu las eliges y las pesas, vi una pirámide de manzanas. Mi fruta favorita. Era tan bonita que la estuve observando un rato, desde distintos ángulos. Me iba y volvía, era una pirámide colosal.

Yo, que pienso lo impensable –dije- las de abajo estarán muy maduras porque, ¿no creo yo que todos los días hagan esta piña?.

Rápidamente quité de mi mente el pensamiento que había tenido. Que era coger una que estuviese cerca de la base, para comprobar si mi teoría de la maduración era cierta.

Anulé ese pensamiento y continué viendo otras frutas. Pero por mucho que yo lo anulara seguía en mi interior.

Volví a acercarme más decidida. Solo a observarlas desde cerca y vi una que me llamó la atención.

Las motitas que tenia eran distintas a las demás, o al menos a mi me lo parecían.

Era la misma clase de manzana las pink lady. Mis favoritas. Pero esa ¿no sé porqué?. Como muchas cosas en nuestra vida. Había hecho que me fijara en ella de forma especial.

Sutílmente alargué la mano, casi sin darme cuenta y la cogí. Creo que fue un movimiento involuntario, puesto que, mi voluntad me decía que no lo hiciese. Por lo tanto era involuntario.

No ocurrió nada, la piña no se cayó. Así que proseguí con la compra de frutas.

Me alejé del lugar, no por temor a una reacción tardía de la pirámide, sino porque había concluido con las manzanas.

A los diez segundo y estando yo mirando otras frutas, oigo un ruido extraño y fuerte, como de rodar cosas y unas voces que decían ¿cómo se han podido caer?, ¿es imposible?, estaban equilibradas.

Me volví, ya con algo de temor y vi como la gran pirámide se había desplomado y dos empleados. Donde nunca los hay. Estaban apoyados contra la batea que contenían las manzanas, para que no cayesen más, a la vez que uno pedía ayuda por un intercomunicador a otro departamento.

Miraba y me parecía imposible que yo hubiese ocasionado aquello. Me decía -¿solo por coger una manzana?, ¿no puede ser?, si he oído decir que estaban equilibradas.

Uno de los empleados me miró y al mirarme adivinó, que yo había adivinado lo que pensaba. 

Creo que lo supo todo con esa mirada. No hicieron falta dos.

Cogí la bolsa de plástico de las manzanas y las deje donde estaban las patatas. Abandoné la compra y el carro en el comercio y me fui.

Al volver a mi casa entré en una frutería y compré las mismas.
  
Pero, me las despacharon.





miércoles, 23 de enero de 2013

¡NO SUENA EL RELOJ!



¡No es posible!,¡ me he quedado dormida! Se supone que el despertador tenía que haber sonado a las seis, pero parece ser que también se ha dormido, estará feliz.

Pego un vote en la cama y vuelvo a repetir ¡no es posible! Entra luz por la ventana…oigo gentes… hay ruidos… Dios mío ¡el mundo ha empezado sin mí!

Seguramente esta sensación la hemos tenido todos. Todos nos hemos quedado dormidos alguna vez. Unos en la cama, otros en un sofá y casi todos en los “ laureles”.

Mi termómetro del tiempo es una panadería que hay casi enfrente de mi casa. Cuando yo salgo está cerrada y cuando vuelvo también. Mientras esto es así, la cosa va bien. Las horas están en su sitio y el universo no se confunde.
Pero cuando un día de trabajo miro por la ventana y está la tienda abierta, es que algo, por lógica no va bien y hay que corregirlo. Yo no sé cómo, pero algo tendría que hacer.

Me pongo nerviosa , son las nueves. Yo he dormido ¡hasta las nueve de la mañana! , no me lo puedo creer.
Me pregunto ¿tan tranquila estoy?, ¿soy yo?, intento calmarme pero no sé por dónde empezar.

De pronto decido seguir los mismos pasos de todos los días, pero muchísimo más tarde. Un café, me despejará  -pienso-  pero más fuerte.
Lo preparo y de nuevo voy a mi habitación, miro el reloj, ¡las nueve y veinte! - me digo - ¡como corren los minutos!, pero vuelvo a mirar por la ventana , como si no tuviese prisas y tranquila otra vez.

Me quedo ensimismada viendo como entran y salen las gentes del comercio.

¿Qué me pasa...ya no llego? Me detengo y pienso ¿bueno si ya no llego, por qué corro?

Suena el teléfono, ¿comó no?, otra vez a distraerme de mi distracción, como siempre.

Es mi compañero de trabajo, ¿dónde estás... te pasa algo... hace tiempo  que tenias que estar aquí... estas bien?  Si estoy bien, me encuentro en un atasco, en el Puente del V Centenario.  Esto no va ni para atrás, ni para adelante, va para largo. Ya te llamaré, cuando esté llegando.

Vuelvo a mirar por la ventana. Hace un día tan bonito… hace sol y frio perfecto.
Me siento en la cama y pienso ¿si el mundo comienza sin mí, es que yo no soy imprescindible?, nadie es imprescindible. Parece que este razonamiento lógico me sorprende, cuando es lo más natural del mundo.

Decido hacer una llamada muy importante.
Marco un numero sentada en la cama. Cuando me descuelgan, oigo la voz más bonita del mundo… la de mi madre.

Mama, ¿cómo estás? Bien ¿y tú, te pasa algo, desde dónde llamas? Desde mi casa, hoy no trabajo. Dentro de poco estoy ahí, hoy pasamos en día juntas. ¿Llamo a mis hermanas?, claro, estaremos mejor las cuatro.

Son tres hermanas y las tres desde siempre han vivido muy cerca unas de  otras. Son como una piña y yo por ser la hija y la sobrina más pequeña, siempre han tenido una debilidad especial por mí y yo por ellas.

A veces he llegado a pensar que tenía tres madres y que las tres me querían demasiado. Llegando a esta conclusión porque las tres me controlaban bastante mi libertad.

Hoy el día iba a ser para ellas, se lo debía desde hacía tiempo.
Las cuatro solas, hablando de mil tonterías sin trascendencia y riéndonos de cualquier cosa.

Estaba bien, me sentía bien.
Por primera vez en mi vida, me estaba dando cuenta, que le prestaba más atención a los demás, que a los que realmente me importaban y me querían.

Sin notarlo me había vestido. Cogí las llaves del coche y salí.

Desde allí, llamé a mi compañero de trabajo y le dije: es imposible continuar, voy a intentar como sea volver a mi casa. Mañana hablamos.

No le mentí, realmente iba a volver a mi casa.

Bajé un poco la ventanilla del coche, quería sentir el frio y el sol. Puse música. Me sentía feliz. Iba a mi casa.

Tenía la seguridad de que el día iba a ser perfecto.



martes, 22 de enero de 2013

TRANSPORTE DIARIO



A él me dirigía , como todos los días.  Hoy no me esperaba mi amigo, era miércoles así que tendría que ir de pie.

No me molestaba, pero esos días hecho de menos su amabilidad y galantería. Creo que en sus mejores años debió ser un donjuán, aun conservaba maneras de antiguo y amable seductor.

Mi objetivo  era apoyarme cerca de una ventana. Las mochilas de los estudiantes me molestaban. Poco a poco conseguí llegar hasta ella y una chica sonriendome se acercó un poco más a su compañero, así que estábamos los tres.

Me quedé mirándola sin que se diese cuenta. Había algo en ella que me recordaba a mí.

Larguirucha, algo pecosa, tenía una cara amable y por supuesto por la sonrisa que me dirigió, cuando vio que mi objetivo era la ventana, debía ser una persona que se tomaba la vida tal cual, a la que le gustaba reír aún de las cosas más simples.

Comencé a pensar en mí, a su edad. Cuando crees que nunca te pondrás a los pies del mundo sino que será él, el que siempre se inclinará hacia ti y lo podrás dominar solo con una mirada.

Fui estudiando poco a poco el trayecto de mi vida.

Los logros, que han sido muchos, las derrotas que no han sido menos. Las inquietudes, los desvelos, las preocupaciones…

Todas estas cosas, se iban amontonando en mi mente y fui entendiendo que todo había sido un plan, concebido por el destino y necesario, para llegar al momento actual de mi vida.

Quizá si algo de lo bueno o de lo malo hubiese faltado, yo no estaría en ese momento, en ese autobús, ni pensando lo que pienso mientras escribo. Y no hubiese visto a la chica que era yo entonces.

Mentalmente le desee lo mejor de la vida y que todas sus ilusiones se cumpliesen. 

Bajé varias paradas antes, recordando la felicidad que sentía a su edad.

domingo, 20 de enero de 2013

¿QUIÉN COCINA MEJOR?



¡Qué tarde es! Y mañana madrugón, entro temprano pero no puedo parar de escribir. Yo misma me pongo un tope 1.30 como máximo, después a dormir.

Pero antes tendré que mirar los correos, es lo que hago todas las noches cuando me voy a acostar, si no en dos días se me amontonan y me da pereza leerlos. Les hecho un vistazo por encima y algunos los agradezco y los veo con mucho interés.

Es lo que me pasa con los correos que me manda una amiga y compañera de piscina. Puedo abrir sus correos sin preocupación alguna, sé que todo lo que traen es bueno y agradable.

Creo que es una de las personas que mejor cocinan, claro está…de las que yo conozco.

Tenemos un humor similar, a veces con solo mirarnos nos reímos de alguna situación que nadie de los que están con nosotros a notado o de algún suceso que se puede dar.
Lo reconozco soy una persona que me río mucho, me divierten situaciones que los demás no captan, pero ella sí ¡seguro!

Cuando terminamos nuestro largos correspondiente los no correspondientes y los combinados de todas las formas posibles. Hasta hartarnos de agua. Hacemos los mil malabarismos que nuestro monitor - entrenador Paco nos exige, con cinturón, con pull, con balones y con cualquier otro artilugio que se le ocurra sin olvidar nuestros "deportivos marca palotes" tu sabes a lo que me refiero.

Pasamos a las duchas, y de ahí a los vestuarios.

Es aquí donde comienzan las conversaciones interesante.
Se habla de todo, pero sobre todo de comidas.
Digo yo ¿ será, porque acabamos de realizar un ejercicio y no esta nuestras mentes para pensar en otros asuntos menos mundanos y en esos momentos nos parece el tema más interesante del mundo?

Me quedo asombrada todo el mundo cocina estupendamente. Solo escucho, no estoy muy puesta en esto de las exquisiteces culinarias como para opinar.

Hacen maravillas en la cocina. Yo no. Yo lo normal, normal.

Pienso -  bueno, tengo otras habilidades que la mayoría de las personas que están aquí desconocen y que seguramente se quedarían asombradas al saberlo. Esto hace que sonría para mí misma. Me tranquilizo y sigo escuchando.

Pero cuando habla mi amiga pongo toda la atención del mundo.
 
Como estamos en los vestuarios algo alejadas, cuando no oigo cualquier cosa de sus recetas me acerco y le digo mándame un correo. Sonríe, me dice que sí y lo manda.
Hay personas que son verdaderos artistas en estas cuestiones y sin dudarlo mi amiga, es una de ellas.

Hace poco me mandó unas fotos de tartas. Lo primero que hice fue llamar a mi hija y las dos con la boca abierta delante de esta pantalla dijimos, ¿pero esto se come? Eran verdaderas obras de arte, unas maravillas para la vista.

¡Qué pena¡ -pensé- que una cosa tan bonita acabe digerida por unos vulgares jugos gástricos y unas enzimas que todas acaban en “asa”. Que por cierto, es la terminación de todas las enzimas pancreáticas.

Os aseguro que si yo fuese capaz de hacer algo así, no dejaría ni que lo mirasen. O que lo mirasen muy de lejos.
Imagino que su cocina tiene que ser como un buen quirófano, sin faltar de nada, donde un cirujano puede entrar a operar sin decir que tipo de operación va a realizar, porque no carecerá del instrumental ni el material necesario.

Desde aquí te digo, que lo he intentado con todo el empeño del mundo, pero solo me he quedado en el bizcocho. Que eso sí, oler olía muy bien pero un poco, bastante tostadito quedó, sobre todo por abajo.

Bueno, la verdad es….. por abajo se quemó casi del todo.

Nadie tuvo el valor de probarlo. 

Yo me decía ¡es el horno! Que no le tengo cogido el punto. Creo que es lo que se suele decir en estos casos, ¿no?

Lo volveré a intentar, soy persistente.

En cuanto tenga un día libre será el día del bizcocho y quizá cuando haya hecho cinco o seis, habré dado el primer paso.

A Cecilia.