martes, 19 de febrero de 2013

BARCO PIRATA





Desde muy pequeña la casa de mis abuelos, en verano, fue un gran refugio para mí. Allí no había estudios, todo era diversión y consentimiento por parte de ellos. Era por así decirlo mi paraíso particular cerca de lo que más me gustaba. El mar. 

Dentro de unos días volveré. Ellos ya no están, pero no me siento triste. Durante mi infancia y mi adolescencia disfrute tanto de ellos como ellos de mi. Por eso me siento llena de recuerdos a cual más grato. Recuerdos que no me producen pesadumbre sino todo lo contrario alegría y felicidad.

Tenía mi escondite, solo mío.
Siempre creí que era un secreto que guardaba en lo más escondido de mi, pero nunca comprendí, aún niña, como mis abuelos cada vez que creían que tenían que decirme algo importante , daban conmigo.

Luminoso, en la planta alta de ese antiguo caserón, con un ventanal desde donde veía el mar y también desde donde me podía pasar las horas muertas leyendo, soñando o simplemente asomada a la ventana.

Esperando que poco a poco, llegase la hora de la marea baja y viendo cuando estaba tan baja, tan baja los restos de mi barco pirata, entonces era el momento de volver corriendo a la playa.

Mi abuelo que sabía lo que me gustaba, estaba más pendiente que yo.

Aún recuerdo su voz diciendo: Clara “ya…corre, vamos”. Yo sabía lo que significaba, iba corriendo a su búsqueda y nos íbamos a ver "el barco pirata".

Siempre le preguntaba como había llegado hasta ahí y cada vez era de una forma distinta, esto hacía que deseara volver a verlo para comprobar la nueva historia.

Nunca me dejo acercarme tanto como hubiese querido.

Aún con la marea baja había que andar hasta dentro del agua un tramo.
¡No te acerques tanto! Me decía una y otra vez. “Son restos con madera y te puedes hacer daño”.

Dentro de unos días voy de nuevo. He consultado un calendario de mareas y sé que en ese lugar, estará muy baja.

Ya no me podrá decir que no me acerque, pero él siempre estará allí mirándome y yo siempre estaré pensando y dudando cual sería la nueva historia que me contaría.

Con el tiempo me di cuenta que los "barcos piratas" que todos soñamos de pequeños, no existen y que no se quedan abandonados en las orillas, para que niños curiosos como yo soñaran con historias fantásticas.

Más tarde fui descubriendo que era una de las primeras “pateras” que llegaron a aquel lugar.

Iba cargada de hombres con ilusiones y esperanzas en un mundo "nuevo y mejor".

Y que algunos de ellos no pudieron desembarcar.

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