domingo, 3 de febrero de 2013

CALLE PRINCESA




Cada día, cada semana, cada mes de cada  año, menos los domingos y algunos sábados y después de salir de mi trabajo y haber estado en mi casa y también después de haber cogido las cosas necesarias.

Me dirijo a un lugar imprescindible para mí.

El trayecto suelo hacerlo a pie. Me gusta. Un poco lejos quizá, pero me gusta y lo disfruto.

Sola y sin nadie que hable a mi lado, un tiempo para mi, únicamente para mi, para mis pensamientos. Aunque a veces me molesten cuando intentan que los escuche, porque  también me hablan.

Es un recorrido bonito, varias rotondas con maravillosas palmeras, avenidas, calles.
Hay árboles, gentes, ruido…vida a mi alrededor y yo me siento parte de ese pequeño sistema.

Paso delante de un colegio. Cuando puedo hacer esta ruta por la mañana, que solo suelen ser los viernes. Los críos están en el recreo y el alboroto de los juegos infantiles que escucho siempre me hace sonreír me gusta creer que son felices.

Por fin llego a mi calle preferida, solo tiene unos doscientos metros.

Está entre dos institutos, de forma que las clases que dan a esa parte, unos ven la tapia de uno de los institutos y el otro ve la contraria.

Lo primero que leo es ¡hola princesa!, ¿cómo estas hoy? Mentalmente y aunque sé que no es a mi. Imagino que todas las mujeres que pasamos por ahí, decimos: ¡bien!, ¿y tú?
Sigo caminando y a cada tramo, solo hay palabras bonitas a la chica que la llaman “Princesa”.

Las paredes de las tapias, como todas las paredes de los institutos , están llenas de grafitis. Pero esa tapia es especial, en el momento que alguien hace alguno, donde pone algo de la “princesa”, al día siguiente está tapado y vuelve a reaparecer una frase más bonita aun que la anterior.

Me llena de emoción ir leyendo estas palabras noto que hay mucho amor en ellas y que la chica debe ser realmente afortunada.
Mientras ando llego a la conclusión, que seguro, es un alumno del otro instituto y sabe que ella desde su clase lo leerá cada vez que mire por la ventana.

Cuando voy llegando al final de la calle sigo leyendo: “espero que tengas un buen día princesa”  y al llegar al final, pone: “adiós”.

Eso me llamaba realmente la atención, un simple “adiós”, sin más. Pero hace unas semanas quise fijarme realmente como se llamaba la calle, no encontré el nombre, pero al mirar a la tapia contraria, justamente enfrente de donde ponía “adiós”. Volvía a poner “hola princesa ya estás aquí”.
 
Nunca sabré, ni nunca conoceré al poeta de tan bellas frases, pero la idea es fantástica. Me imagino que es de alguien que en su corazón solo tiene a su “princesa” amada.

Pero hay días que me entra duda y me pregunto ¿tendrá solo una princesa? O quizá ¿llame princesa a todas las chicas y ese mensaje sea para todas las mujeres que pasan?

De todas formas, creo que una de esas chicas cuando lo lea, sabrá que es por ella.

Solo doblo la esquina y llego a mi destino. Cuando salga lo volveré a leer y lo más seguro es que llegue a otra conclusión.

Como al final me quedo sin saber siempre el nombre de la calle. He optado por llamarla “Calle de la Princesa” me gusta.

Ya no me importa su nombre real.

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